La religiosa gallega Manuela García Couto, nacida en Santa Comba, ha cumplido cincuenta años al servicio de la fe católica y acaba de recibir un emotivo homenaje en Las Palmas de Gran Canaria, en donde regenta una residencia de ayuda a la tercera edad.
Xosé Manuel Lema @xmlema
El Arzobispo de Canarias, Francisco Cases Andreu colocó una corona de flores blancas sobre la cabeza de la Madre Manuela. Se cumplían cincuenta años de sus primeros votos como monja un 14 de octubre de 1964.
Manuela García Couto había nacido en Failde, en la parroquia de Freixeiro(Santa Comba), en el seno de una familia de seis hermanos, cinco de ellas mujeres, y tres que siguieron el camino de la religiosidad: Manuela, Delfina y Celia. Las hermanas García Couto se vincularon a la congregación de las Hermanitas de los ancianos desamparados, fundada en enero de 1873 por Santa Teres Jornet y Saturnino López Novoa.
Durante esos años la parroquia de Freixeiro “exportó” una decena de monjas, cinco curas y varios seminaristas. La gran “causante” fue la profesora Pastora de Jesús González y González, tal y como recuerda el exalcalde xalleiro y vecino de Vilarnovo de Freixeiro, José Toja Parajó que destacó el “sentimiento profundamente religioso” de la profesora.
Cincuenta años después la actual madre superiora de Hogar Nuestra Señora del Pino, en Tafira Baja, Las Palmas de Gran Canaria, recibió un homenaje, donde no faltaron sus familiares desplazados de tierras gallegas.
En ese acto, Manuela García renovó sus votos de pobreza, castidad y fidelidad y recibió la bendición apostólica realizada para ella por el Papa Francisco. En su currículum figuran servicios religiosos y de ayuda el necesitado en los centros pertenecientes a la orden de Santiago, Verín, Foz, Mondoñedo, Barcelona, Burgos y Gijón. En junio de 1994, el Rey Juan Carlos I, acompañado por l Reina Sofía, le había entregado uno de los más altos reconocimientos de las Palmas, la medalla de oro de la ciudad por “su esfuerzo, disciplina y talento”.
