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viernes, marzo 22, 2024

El comercio de esclavos en A Coruña

El transporte de esclavos desde el puerto de A Coruña tuvo una gran importancia y marcó la historia de la ciudad herculina y de su entorno. El investigador Rafael Lema nos adentra en este episodio histórico, que recoge en uno de sus últimos libros.

Rafael Lema Mouzo

«A Coruña.Puerto negrero»(I Parte)

El auge del negocio vinculado a la trata de negros en A Coruña creció a causa del deterioro del comercio con las zonas de Ultramar y la lucha prohibicionista en Inglaterra. Una lucha en parte hipócrita porque los ingleses continuaron con el negocio usando intermediarios gallegos, portugueses, franceses. En el siglo XVIII también hubo comerciantes gallegos en el negocio. Los años más importantes de aquella actividad fueron los comprendidos entre 1816 y 1820. En ese periodo, el número de expediciones salidas desde el puerto de A Coruña alcanza un total de 77, distribuidas entre diferentes comerciantes. El número total de esclavos transportados desde los puertos gallegos alcanzó la cifra de 6.854. unos 32 comerciantes locales trataban con “madera de ébano africana”. En el puerto de A Coruña en los años 1812 y 1813, el barco negrero de mayor era el Ysiar, con 350 tn de Trb y 15 pies calado. El menor, el Conception: con 25 tn de Trb y 6 pies calado. En estos años el puerto de A Coruña, convertido en uno de los vértices del triángulo del tráfico de esclavos de África a América, vivió su edad de oro de la Trata. Le dedico al tema un apéndice completo en mi última obra, Catálogo de naufragios. Costa da Morte-Galicia, editada por la Diputación de A Coruña.

En mi anterior inventario de naufragios dediqué algunos párrafos del anexo del corso al tema, pues ambos están ligados. Isabel Bugallal realizó recientemente una aproximación al recuento de la flota negrera coruñesa. Así habla de barcos coruñeses con nombres tan inocentes como Noticioso, La Herculina, La Mariquita o La Mariposa. Y otros más confesionales como Pura y Limpia Concepción, Jesús María y José o San Juan. Los próceres coruñeses bautizaban de ese modo a los pequeños pero rápidos veleros (bergantines, galeones y fragatas) con los que hacían la trata de negros, una actividad a la que se vieron abocados tas la crisis posnapoleónica y los conflictos de la emancipación americana. Los armadores, muchos procedentes del corso, formaban parte de una incipiente burguesía que se debatía entre el Antiguo Régimen y el liberalismo. Era la élite de la época, instalada tanto en la esfera de los negocios como de la política. No había distinción política, entre absolutistas y constitucionalistas, en la trata de esclavos hacia los mercados americanos (Caribe, Texas y sur de Estados Unidos), como mano de obra barata para los ingenios azucareros y otros duros trabajos, cuando otros negocios como el corso o el comercio colonial mermaron. Entre 1816 y 1820, como apuntamos, se llevaron a cabo expediciones negreras. Este auge negrero fue consecuencia de la abolición de la esclavitud (1808) en Inglaterra, que aprovecharon los armadores españoles para hacerse con los barcos negreros ingleses y con sus infraestructuras. O asociarse de manera encubierta. Se calcula que en esos años los negreros españoles introdujeron en Cuba unos 111.000 esclavos. Entre 1836 y 1855 según datos cubanos entraron allí 137.806 esclavos. A ellos hay que añadir ya en esta etapa la entrada de gallegos, canarios, chinos e incluso indios yucatecas, en condiciones similares o peores a los negros. Insistimos en que detrás del negocio, en muchos casos, había armadores o negociantes ingleses que usaban a los gallegos de subcontratistas. 

El comercio gallego de esclavos sigue siendo un tabú, porque afecta a reputados comerciantes, familias de abolengo, y al Estado; el rastro documental es escaso, salvo en archivos privados, camuflados en el comercio africano, en los documentos privados de los colegios notariales. «En Galicia han sido destruidas prácticamente todas las fuentes públicas que podían haber aportado información directa sobre la Trata: el encubrimiento social de los descendientes de los negreros les obligaría, con toda probabilidad, a ocultar el origen de sus fortunas», sostiene Luis Alonso Álvarez, catedrático de Historia Económica de las Instituciones de la Universidade da Coruña, autor del libro “Comercio colonial y crisis del Antiguo Régimen en Galicia, 1778-1818”.

A la trata de negros se dedicaban armadores, comerciantes vinculados a la exportación de curtidos, vinos y aguardientes, reexportadores y salazoneros de sardina, en su mayor parte venidos desde Cataluña; muchos de los cuales habían llegado a la ciudad atraídos por la liberalización del comercio a finales del siglo XVIII. Y casi todos con negocio en el corso y el contrabando de armas desde la Guerra de Independencia de EEUU. También, vascos, riojanos de Cameros, asturianos y algún valenciano, que aprovecharon la apertura del puerto coruñés a los comercios ultramarinos. Una oligarquía endogámica, en la que todos emparentaban con todos y formaban sociedades 

mercantiles cruzadas, en donde el Estado participaba cobrando sus quiñones y vendiendo células, cargos (procuradores, síndicos portuarios) a las mismas familias foráneas asentadas en nuestras costas. Un negocio en el que no faltaban prestamistas, inversores e importantes propietarios de fincas rústicas y urbanas, bien burgueses enriquecidos, indianos o hidalgos. Así reputadas firmas comerciales coruñesas, viguesas y hasta compostelanas armaban o se asociaban en los fletes a intrépidos capitanes catalanes, gallegos (ex corsarios o arruinados del comercio y la guerra).

Apellidos que tuvieron arte y parte en el negocio fueron: Bartolomé de las Casas, José Blanco, Marcial Francisco del Adalid, José Arias, Francisco Romeu, José Mens, Manuel Sierra, José Fullós, Jaime Dalmau, Juan Bautista Larragoiti, Selisis, González del Valle, González Pola, Bartolí, Gurrea, Donato, Salvador Rivera Pecarrere, Antonio Santiago de Llano, Martín de Torres Moreno. Y Barrié, uno de los grandes nombres nacionales de la trata. Sin olvidar a la amplia colonia gallega allende el mar, en Cuba, en México. En Argentina, región en la que antes de la independencia había un 30% de población de origen negro, y con comercio directo con A Coruña desde Carlos III. Al respecto, la incorporación a España en 1778 de la actual Guinea Ecuatorial (Bioko, importante factoría negrera portuguesa y holandesa), lleva la rémora lucrativa del permiso a la trata de esclavos guineanos.

Esta colonia africana se incorpora desde esa fecha al Virreinato del Rio de la Plata, hasta 1810, con el proceso independentista argentino. Los ingleses la ocupan entre 1826-32 con la disculpa de la lucha contra la Trata, pero vuelve pronto a España. En esta época faena por la zona junto a negreros brasileños el famoso pirata gallego Benito Soto. En 1845 la reina Isabel II propone a los negros y mulatos libres de Cuba que regresen a Guinea, con escaso éxito. En 1861, la Corona ante la falta de brazos cubanos negros que quieran el retorno a su tierra fuerza al envío de 260 negros libres cubanos a Guinea. También indios caribeños son vendidos por los gobiernos de las nuevas naciones independientes sudamericanas, con españoles en medio. En enero de 1860, se cita la venta de cien yucatecos todos los meses en el vapor español a la Habana. Y la existencia de “viveros” de esclavos indios del español Francisco Martí.

FOTOS- Web Autoridad Portuaria de A Coruña

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