Jesús Agustín Espasandín se ve en un callejón sin salida, y con voz tímida nos recuerda su historia y pide ayuda.”A ver se alguén pode darme un traballo ou axudarme, senón este mes bótanme do piso. Estou sen un peso”.Es una historia real con nombre y apellidos. Una llamada de auxilio.
Texto- X.M.Lema/A.Alvarez.
Foto-Adiante Galicia
Jesús era encargado general de una de las obras del empresario Manuel Maceiras, en Mauritania. En septiembre de 2012, dejó su casa y se fue a África a preparar plantaciones de arroz. Nunca pensó, después de varias décadas en la construcción, que ese sería el inicio de una pesadilla.
Según Agustín, los primeros meses fueron muy duros, pero recibieron algunas pequeñas cantidades económicas. Después fueron acumulando promesas e impagos hasta hace unos meses. Calcula que le adeudan, a día de hoy, unos 38.000 euros. De treinta y dos operarios se quedó el solo. Jesús explica que defendió la empresa hasta el final: “Se alguén dou a cara pola empresa fun eu, Eu acabei a obra pero deixáronme só. Traballei o que poiden pero agora non teño a quen pedirlle nada”.Confiesa que aguantó hasta el final por su compromiso personal y profesional con el proyecto. Algo envidiable en cualquier persona. Todos los operarios españoles se fueron marchando, y eran sustituidos por trabajadores autóctonos.
Una situación complicada sin recursos y con deudas
El tiempo juega en su contra. Tiene una amenaza de desalojo sobre su piso, cuyo alquiler no paga desde hace tres meses. Le han dado unas semanas de margen. Acumula deudas bancarias y no tiene para hacer frente al día a día. Además, su esposa, está postrada en una silla de ruedas.Jesús Agustín Espasandín acaba desplomándose en la parte final de nuestra conversación. Nos recuerda algo que ya sabíamos. Que es un profesional de acreditada experiencia, con total disponibilidad y un extenso currículum, en manejo de todo tipo de maquinaria pesada y retroexcavadoras, en proceso de voladuras, y uso de camiones de gran tonelaje. Se aferra a su gran experiencia en la obra civil y sus ganas de trabajar para pensar que aún puede terminar la pesadilla que está viviendo. Pero los días pasan, y el teléfono no suena.
“Estamos a cero, non teño nin para pagar a luz e non vexo unha solución” asegura, con la cabeza baja y los ojos llorosos. No entiende porque su sueño africano se convirtió en una situación traumática.”Apostei todo por esa empresa e despois nin me colleron o teléfono”.Como colofón emotivo al triste encuentro,este vecino de A Piroga(Vimianzo) alicaído, nos dice:”A ver se vós podedes explicar mellor ca mín o meu problema e alguén me axuda”.Nos retiramos con la ilusión de que la luz en el final del túnel de Jesús, aparezca muy pronto.
@AdianteGalicia
