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José Manuel Palacín Y Rodríguez

Porriño, 1966. Licenciado en Geografía e Historia, Archivística e Historia de las Instituciones. Profesión actual consultor internacional. Músico, escritor, articulista y político. Más sobre el autor en Wikipedia
La Fórmula contra el trabajo digno y la libertad sexual
Publicada: 06/02/2018
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Tempo de lectura: 6 minutos e 37 segundos.
Estos días nos acostábamos con la noticia de que los propietarios del Mundial de Fórmula 1 aprobaban una iniciativa que llevará a niños a formar en la parrilla de salida, sustituyendo a las denominadas paragüeras, que tradicionalmente han edulcorado estos eventos.
Estas profesionales, entre modelos y azafatas, han visto en los últimos años como se ha producido una ofensiva contra su trabajo, una horda de críticas que las ha llevado al exterminio. Claro, estas jóvenes tiene un caché, no muy generoso, pero imprescindible para cumplir con la legislación laboral de un Estado Social y Liberal de Derecho.
Los buitres del capitalismo descarnado siempre sobrevuelan sobre las presas más débiles, las asediadas por sus depredadores, y el mayor devastador de las mujeres bellas es paradójicamente el feminazismo de la nueva izquierda, supuestamente enemigo del neoliberalismo. Pero en este caso ambos se han aliado.
Es evidente que el comunitarismo se ve incapaz de satisfacer las aspiraciones de las sociedades occidentales, por eso solo gobierna en apenas media docena de países entre los desarrollados. Ha perdido la hegemonía del pensamiento económico porque el liberalismo es mucho más atractivo y fehaciente en sus resultados. Así que la única esperanza de esta rama de la izquierda reside en el control de la agenda y de las tendencias en la opinión pública, por ello las manipula con una sinécdoque capciosa, en este caso paragüera por machismo.
Parece que se pretende convencer a la sociedad de que en vez de chicas es más digno colocar niños a pie de pista, ¡claro que sí!,…niños que no cobran más que una “supuesta” ilusión de ver de cerca a sus ídolos. Una buena manera de ahorrase un jornal y la seguridad social, dejando a cientos de jóvenes fuera del mundo laboral y demoliendo una profesión digna.
Pero si esto es grave, todavía es peor la tendencia actual hacia el “mojigatismo” (perdonen la palabra inventada). Las sociedades ascendentes y democráticas: Grecia o Roma, incluso en ciertos aspectos Babilonia, han sido por antonomasia mucho más libres en el terreno sexual; las decadentes y totalitarias, directamente reprimen el sexo.
El sexo es una de nuestras tres funciones vitales, desde luego la más somática pero paradójicamente al tiempo, la más imaginativa, artística, mimética y ligada a los sentimientos, y no hablo solamente del amor. Al contrario que el resto de las otras especies el sexo en el ser humano se vincula a la voluntad, no se ciñe someramente a la esclavitud de la lucha por la supervivencia, en este caso a través de la procreación.
El sexo, es más, la libertad sexual en la raza humana, “siempre que sea consentida”, es la mayor evidencia del colaboracionismo evolutivo, una de las claves de nuestro éxito como especie y también el gran demiurgo del progreso moral humano, porque el sexo en libertad implica un respeto entre las partes.
Nuestra actitud ante la sexualidad forma parte de un rol personal y social, incluso político; y es por ello que las sociedades fuertemente dogmatizadas poseen élites sexualmente represoras y bases sexualmente reprimidas, sobre todo las mujeres.
La “izquierda” radical sabe que si despoja al ser humano de la libertad sexual, lo dejara sin testosterona ni feromonas morales, ni motivaciones psicosomáticas para resistirse a sus ideologías supresoras de las libertades positivas y negativas. Por ello muerde con ahínco los cánones de sensualidad.
Sin ánimo de animarles a practicar una orgia romana semanal, ni nada por el estilo, les invito a reflexionar sobre el hecho de que el feminazismo pretende que repudiemos nuestra sexualidad, vituperando los hermosos desnudos femeninos, (o masculinos), cuan Savonarola, cubriendo de trapos la belleza de un Miguel Ángel.
Esta ola de puritanismo que acecha a las sociedades occidentales es un signo evidente de su crepúsculo y con el tiempo podría lograr algo tan atroz como que consideremos más bello y más justo un burka que un bikini….
José Manuel Palacín Y Rguez
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