Carta de Critias a Terámenes (VII) Sobre el Régimen Generoso y su generosía.
Sigo narrándote, estimado amigo Terámenes, las hazañas de nuestros amigos oligarcas de la Republica. Su aparente tranquilidad esconde pánico a las muchedumbres. Ellos tienen siempre presente que su poder surgió del éxito de su rebelión contra el anterior círculo dominante y de sus continuas guerras para mantenerse en el poder.
Temen que surjan revueltas y motines y por ello crearon una política asentada en los conocimientos de la Polemología, Oratoria y el principio filosófico del Amoralismo. A su régimen oligárquico le hacen llamar “Sistema Generoso”, o “Régimen Generoso”. Y a la imposición de sus privilegios “Generosía”.
En su Régimen Generoso los cargos se sortean entre los candidatos de las diferentes facciones o negociados, y así la Agenda Generosa está asegurada con esta refinadísima añagaza.
El Pueblo elige unas bolas con números que llevan de casa y las depositan en unos recipientes. Unas personas también elegidas por sorteo cuentan las bolas y los números asignados en ellas, y así conceden los premios del sorteo, los cargos públicos, a aquellos que tengan más números de bolas. Los números con más posibilidades de salir elegidos se los reparten entre los amigos de los jefes facciosos o directivos de los negociados.
El poder real está en nuestros amigos oligarcas, mas el Pueblo cree que los cargos sorteados ostentan potestad, cuando únicamente regulan la limpieza pública, empedrado de calles y calzadas, fiestas y cosas baladíes. Lo decisivo lo deciden los oligarcas convirtiéndolo en leyes obligatorias a través de los diferentes senados creados para esa labor. Los cargos sorteados votan en las asambleas siempre la Agenda Generosa. Todos los gastos, despilfarros, cohechos y barrumbadas los paga el Pueblo. A ello le hacen llamar Generosía.
Asisto últimamente a una tertulia en donde participan los grandes filósofos y pensadores de Régimen Generoso. El más destacado trabaja como profesor en la Universidad impartiendo clases de moral, lógica, teología natural, ética, jurisprudencia y economía política. A mi pregunta sobre cómo viven los habitantes en su Republica Generosa, muy razonadamente me contestó:
“Un hombre ha de vivir siempre de su trabajo, y su salario debe al menos ser capaz de mantenerlo. En la mayor parte de los casos debe ser capaz de más; si no le será imposible mantener a su familia, y la raza de los trabajadores se extinguiría pasada una generación. El Sr. Cantillon supone por esta razón que en todas partes los trabajadores más modestos deben ganar al menos el doble de lo que necesitan para subsistir, para que puedan por parejas criar dos hijos; y supone que el trabajo de la mujer, que se encarga de criarlos, sólo alcanza para su propia subsistencia”.
Razonó la magnificencia de su régimen: “el trabajo de un esclavo vale el doble de lo que cuesta su subsistencia; y él piensa que el del trabajador más modesto no puede valer menos que el de un esclavo. Es entonces evidente que para poder mantener a una familia, el trabajo conjunto del marido y la mujer, incluso en las labores más modestas, debe ser capaz de ganar más de lo necesario para su propia subsistencia”.
Dentro de unas semanas se van sortear los cargos públicos de una región del norte de la Republica. Me invitaron observar el procedimiento e iré acompañado del profesor de Moral. Sus explicaciones, análisis y método de dominación son merecedores de análisis.
Estoy tomando notas del brillante pensamiento del profesor para enviártelas y que sean analizadas por nuestros científicos. Debo reconocer, ¡oh estimado amigo Terámenes!, que me conmuevo ante la astucia de la añagaza.
El profesor de moral vende sus libros y son de fácil lectura, los ambientes cultos lo estudian, nada hay oculto a la masa; la deducción es que los antaño siervos dan gracias hoy por vivir en el flamante régimen de generosidad. Seguiré narrándote las deliciosas proezas de la gresca.