Cuando un político al servicio público de la ciudadanía pasa a ser el debate en forma de reality, estamos creando un problema de credibilidad dentro del estamento que nos lleva a una política farandulera.
Lamentablemente lo estamos viviendo con los alcaldes de Orense y Vigo. Estos señores se enzarzan en un combate de bombillas. Abel Caballero, alcalde de Vigo, nos anuncia que » Nueva York se nos queda pequeño con respecto a Vigo», 11 millones de luces led < La campaña mediática de estos personajes podría estar marcada por una trayectoria cinematográfica, si la trasladamos al cine. No serían los primeros ni los últimos de un largo listado de celebridades políticas que dieron su paso a la fama por la disputa política. La buena labor de un político, lamentablemente, se está argumentando por un rol en el que el personaje emplea una figuración y lenguaje empleado en la farándula. Quedémonos con la fórmula, que ni todos los liderazgos de farándula son populistas, ni todos los populistas funcionan con lenguaje de farándula