Cualquier persona que pretende conseguir un objetivo, hace unas previsiones de inversión económica, tiempo y esfuerzo para alcanzarlo. Evidentemente, no siempre se cumplen y hay un riesgo asumible que siempre hay que valorar.
Vendrán tiempos de bonanza y otros de «apretarse el cinturón» (unos van por otros), pero al cabo del tiempo y en perspectiva, si nuestras previsiones son reales, el objetivo se verá cumplido y nosotros nos sentiremos satisfechos.
El problema surge cuando los ingresos generados se mantienen o disminuyen y a la vez los gastos aumentan. Durante un cierto tiempo podremos aguantar, pero si la situación persiste en el tiempo, fracasaremos. No por nuestra culpa, sino por decisiones ajenas….y eso duele.
Desde hace demasiado tiempo, las políticas erráticas de los diferentes gobiernos de España, de uno y otro signo, en temas medioambientales intentando cumplir el dictado de los gurús climáticos han provocado, entre otras cosas, la desproporcionada subida de la factura eléctrica. Y no estoy hablando de un incremento previsible, me refiero a casi duplicar su coste.
Las consecuencias… por ejemplo, que una explotación de vacuno de leche de unas 225 vacas en ordeño vea como se incrementa en aproximadamente 700 euros su factura mensual….Si a esto le sumamos la subida del precio de los cereales, el incremento del diesel, los destrozos provocados por el jabalí y un largo etcétera, entenderemos la situación crítica a la que parece abocado el futuro de uno de nuestros pilares económicos en el rural gallego.
Si nos trasladamos a otro sector ganadero, como el avícola, las perspectivas no son mejores. Este sector, además del fuerte impacto negativo de la subida en la tarifa eléctrica, está haciendo frente a más de un 40% de incremento del precio del cartón utilizado en el envasado y embalaje de los huevos….casi nada.
Podemos seguir con el sector porcino, cunícola, broilers, cebaderos….todos, en mayor o menor medida tienen una fuerte dependencia, no sólo de la electricidad sino del diesel.
Cuando volvamos a oír desde sectores gubernamentales (centrales o autonómicos), la frasecita de «la España vaciada», o las famosas «ayudas» al rural gallego, le diremos alto y claro:
YO…NO TE CREO.