¿Alguien se imagina a un tiburón blanco comiendo algas para tener una alimentación más sana y equilibrada? Sería tan absurdo como ver a una gacela comer un trozo de hígado.
En la naturaleza existen tres grandes grupos de animales:
-Herbívoros, se alimentan de vegetales.arnívoros, se alimentan de otros animales.
-Omnívoros, se alimentan de vegetales y de otros animales.
El hombre es OMNIVORO, así de claro y así de simple. Su sistema digestivo está adaptado para digerir y asimilar sustancias vegetales y animales. Esto es lo sano y equilibrado.
Si hay algo absurdo es ir contra la naturaleza.
Desde hace un tiempo se escucha por parte de un sector ideológico concreto que el ganado, en especial el vacuno, es uno de los principales responsables de que el planeta se esté calentando a un ritmo superior al que lo solía hacer antes de la revolución industrial, casi se ha convertido en un dogma que la población acepta sin hacerse más preguntas.
Una mentira repetida mil veces acaba siendo aceptada como verdad.
Comer carne de vacuno se ha convertido en poco menos que un sacrilegio y ya no se debe beber leche de vaca sino de algún vegetal…como si se pudiera ordeñar una almendra.
La batalla no está perdida y os lo voy a intentar explicar.
¿En qué se basan los gurús climáticos para demonizar a nuestras vacas? La respuesta y verdad a medias es la siguiente.
Los rumiantes (las vacas lo son) son capaces de alimentarse de forrajes, cosa que los monogástricos como el cerdo o el pollo no puede hacer. Esta capacidad de aprovechar alimentos fibrosos la consiguen porque en su panza vive una población muy variada de bacterias, hongos y protozoos que sí pueden degradar estas fuentes alimenticias fibrosas y transformarlas en sustancias que la vaca ya puede absorber y utilizar como alimento. El tributo que debemos pagar por este proceso es la producción del gas maldito: el metano.
Además del metano, los otros dos gases responsables del calentamiento global son el dióxido de carbono (CO2) y el óxido nitroso. Os voy a desenmascarar por qué el metano que producen las vacas no tiene prácticamente ningún impacto en el medio ambiente.
El metano es un gas que en la atmósfera tiene una vida media de doce años.
Este metano procede del ciclo natural del carbono: las plantas captan el carbono atmosférico a través de la fotosíntesis. Las vacas ingieren esas plantas y emiten metano a la atmósfera, que en el plazo de unos diez ó doce años se transforma en CO2 que volverán a captar las plantas. Dicho de otra manera la vaca no fabrica metano de la nada, sino que lo genera a expensas del CO2 atmosférico creándose un ciclo natural. Es cierto que las vacas emiten metano, pero para hacerlo antes han ingerido unos vegetales que han retirado CO2 de la atmósfera para poder desarrollarse. No es carbono fósil que estemos enviando a la atmósfera como en el caso de un coche quemando combustible, sino en gran medida, carbono de la atmósfera que se lo devolvemos después de haberlo usado.
Por otro lado nadie va a leer y a nadie le va a importar que en el último inventario del Ministerio de Transición Ecológica referente al reparto de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por actividades, tan solo el 3,6% es atribuible a las fermentaciones ruminales.
La Unión Europea ha demostrado su liderazgo medioambiental a nivel mundial. Y a nosotros, los europeos «nos parece muy bien».
Pero todos sabemos que las reglas de este juego no son las mismas para todos los países. Lamentablemente comprobamos cómo los grandes emisores de GEI son casi siempre los más esquivos a la hora de firmar acuerdos internacionales. Y el esfuerzo en la reducción de GEI se ve a todas luces descompensado entre unos países y otros. Incluso dentro de los países comprometidos, el esfuerzo tampoco está igualmente repartido por sectores, siendo muchas veces el sector agropecuario el patito feo de la película. El campo no puede ser el sumidero de las responsabilidades adquiridas por los gobiernos.
Ahora ya lo sabemos, las vacas no tienen la culpa.
Desde VOX, como siempre, lo decimos alto y claro: LAS VACAS NO TIENEN LA CULPA, y os animamos a comer la exquisita carne y la excelente leche de nuestro ganado, así como sus innumerables y sanos derivados.
No permitamos que se demonice a nuestro ganado y se le haga responsable de un impacto medioambiental del que realmente no es responsable.