Si hay algo que une a todas las personas, da igual, la raza, el sexo, la clase social o la religión, es la muerte.
El papel de la psicología en este caso incluye un rango amplio de atención, tanto si la muerte es producida por causas naturales, personas que han atravesado una larga enfermedad, accidentes, suicidios… Trabajando en todo momento con el entorno que atravesará este duelo.
Las reacciones que todos ellos tendrán son únicas y diferentes. Cada persona acepta y atraviesa esta situación a distinto ritmo y mediante diferentes mecanismos. Pueden estar presentes síntomas como la tristeza, pesadillas, llanto, rabia… Un proceso que culminará con la aceptación de esta pérdida y la vuelta a su rutina, sin que esto implique el olvido de la persona que se va.
Es común, que fechas señaladas como el aniversario del fallecido o el año posterior a la pérdida, se sufran recaídas, ya que aun estando siempre presentes, en estas fechas se ve aumentado su recuerdo.
Otra incógnita que se suele producir, es cómo comunicar esta pérdida a los pequeños. Es a partir de los 6 años cuando los niños y niñas tienen mayor capacidad de razonamiento, por esto, a partir de esta edad, es fundamental comunicar la muerte de la persona lo antes posible, respondiendo a las preguntas que formulen con total naturalidad para que así vean este tema como un hecho natural. Si desean acudir a los ritos de despedida, previamente sería recomendable explicarles en que consisten. Lo más importante es que ellos vean en su entorno un modelo al que seguir como ejemplo y se muestre cercano. Con los niños menores de 6 años, lo importante es mantener sus rutinas diarias y responder a todo aquello que pregunten.
En conclusión, el duelo es un proceso natural por el que tarde o temprano pasaremos todos los humanos. Que puede llegar a impedirnos realizar nuestra vida diaria y es ahí cuando podemos acudir a un psicólogo para que nos ayude en este camino. En el caso de los niños, lo primordial es comunicar la noticia lo antes posible y tratar el tema con naturalidad poniendo atención a sus reacciones.
