Comienza un nuevo curso político. En esta ocasión con el aliciente de las elecciones municipales del próximo mes de mayo de 2019. Los observadores de la política local y también los ciudadanos, tenemos por delante unos meses de apasionante actividad. Ahora es el momento de engrasar las maquinarias, de confirmar candidatos y candidatas, y también de la apertura de frentes. La renovación de listas trae el empuje mediático y la ilusión de los fichajes e incorporaciones. Empieza una procesión de candidatos noveles, y también la de los que se sienten desplazados y buscan acomodo bajo otras siglas. El que deja su puesto no siempre lo hace contento. Y no siempre se va para su casa.
Con el paso de los años, si algo se observa, con carácter genérico, salvo casos contados, es la falta de planificación. Hay quien piensa que realizar un «planning», establecer una estrategia, es cosa de los quince días de campaña. En dos semanas se vuelven locos en busca del voto del ciudadano. Una invasión de carteles, promesas, mítines, maratonianas visitas y algunas notas de prensa desesperadas. Es cierto que en política la memoria colectiva no almacena demasiadas cosas. Pero tampoco es tan corta.
No se dan cuenta que en términos futbolísticos la campaña electoral sería algo así como el último tramo del partido. Si te pasas el resto del encuentro sin estar en el campo, la desventaja será enorme. La excusa para algunos es buscar el efecto sorpresa al final. Desde mi punto de vista es una excusa de mal pagador o un síntoma de holgazanería. Estudiar la víspera del examen.
Las auténticas campañas electorales comienzan mucho antes. Con sus propios ritmos. Con sus propios tiempos que necesitan sus mensajes. Pero hay quién no se entera. Y por eso al final cuando empiezan con su procesión, en realidad dan la imagen de ser la Santa Compaña.
X. M Lema es autor de «El candidato ganador. Cómo organizar campañas electorales para ganar unas elecciones»