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martes, diciembre 5, 2023

El mejor escenario para España,…Cataluña haciendo mutis por el foro

El desafío soberanista ha llegado a una situación absolutamente insoportable. Después de cuatro décadas de proceso independentista paulatino e in crescendo por fin nos encontramos ante el desenlace.

Habrá quien lo considere demasiado abrupto en las formas y desde luego está forzado a calzador en el plano jurídico, pero es muy determinante por la voluntad que demuestran aquellos que lo perpetran. Tan osado es que a sus líderes no les importa subvertir las leyes del Estado, ni ser objeto de advertencias por la práctica de dichos delitos, ni incoar un proceso constituyente carente de cualquier apoyo internacional, ni arrojar a Cataluña fuera del marco de la Unión Europea, ni llevar a sus ciudadanos a una más que posible ruina económica, es más, ni siquiera son conscientes del trasnoche de su patriotismo.

¡Pero ahí están! A las puertas de su objetivo.

Sinceramente, creo que a pocos ciudadanos en España les importa lo que sea de Cataluña. Es más, muchos españoles empiezan a dilucidar que de manera indefectible la supervivencia de la Nación Española pasa a día de hoy por la independencia de Cataluña, pero sobre todo, porque dicha secesión suponga el aniquilamiento político, social y económico de la propia Cataluña.

Dicho hundimiento catalán serviría como ejemplo para aquellos territorios que en un futuro quieran seguir los pasos de esta Comunidad Autónoma. Y los españoles consideran que provocar dicho hundimiento está en manos de la propia España.

Dirán otros muchos, ¡qué cruel!, ¿y qué pasa con los miles de catalanes que no son independentistas? Pues, no se les ve por ningún lado, y si son mayoría silenciosa como claman los partidos no nacionalistas, pues que hubiesen alzado su voz antes. Tampoco ha lugar ya a las medias tintas ni a la negociación, los propios catalanes fulminaron electoralmente la posibilidad de una tercera vía cuando defenestraron a Durán Y Lleida. Por otro lado, el fetiche de la España Federal Plurinacional de Sánchez e Iceta llega tarde.

Ahora son los hijos quienes se comen a Saturno y a los hijos de Puyol no les sacian los trenes, ni las autovías ni la hacienda propia, solo la idea de ser supuestamente «libres».

Pero muchos piensan que España también tiene derecho a ser una nación y que además está obligada moralmente a defenderse, utilizando todos los medios que proporciona el Estado de Derecho para mantenerse como tal, incluida la realpolitik bismarckiana. Y cuando muchos españoles pragmáticos piensan en todos los medios no les vienen a la cabeza precisamente los dictámenes del Tribunal Constitucional, ni la aplicación del artículo 155 de la Constitución, ni transportar a la Guardia Civil dentro de las fronteras catalanas. Muchos españoles empiezan a asumir que eso no vale de nada, los independentistas llevan un lustro pasándose por el forro las leyes y van a seguir haciéndolo, el Gobierno no puede aplicar medidas coercitivas porque carece de medios in situ para imponerlas y ni siquiera debe introducir dichos medios policiales en Cataluña porque la calle se convertiría en una olla a presión que podría degenerar en un grave conflicto de orden público.

Muchos piensan que Cataluña debe darse por perdida y que en el fondo Cataluña es una sociedad demasiado dogmatizada para atender a razones que no sean sus pasiones, igual que la Alemania de los años 30, donde una parte de la población se consideraba étnica, cultural y soberanamente superior a la otra. Cataluña ha generado una élite política narcisista pero corrupta e incompetente que viene jugando al victimismo, culpando a España de sus males para tapar múltiples delitos y deméritos continuados en su nefasta praxis de gobierno. La mayoría de los españoles considera que Cataluña se ha deteriorado notablemente, y lo hacen apelando al escaso nivel de su sistema educativo, a la quiebra de su seguridad social, a la situación lamentable de su sanidad, a su déficit galopante, a su inmigración descontrolada, a su economía en decadencia y a la lenta fuga de empresas y capitales.

Al contrario que los catalanes, que no parecen pensar en las consecuencias del próces, los españoles si hacen sus cuentas. Sin duda España con la escisión de Cataluña saldrá mal parada a corto plazo debido al efecto psicológico y la descompensación en la balanza de pagos, pero a medio y largo plazo España tiene mucho que ganar, pero para eso debe jugar bien sus bazas, lo reseñado, defender la nación española con realpolitik bismarckiana. ¿Y cómo puede conseguir España esto? El recetario es sencillo pero solo se puede aplicar con un gobierno de derechas y con el rodillo en la mano.

1)Que Cataluña alcance su independencia por medio de un proceso ilegal, como el que se va a efectuar el 1 de octubre, y que así no sea reconocida por ningún organismo internacional, salvo como mucho por Nicolás Maduro.

2)Que Cataluña quede fuera de la Unión Europea, así sus supuestos ciudadanos carecerán de las ventajas que otorga el acuerdo Schegen, sus exportaciones dejarán de ser competitivas, su banca no podrá financiarse del BCE y las multinacionales allí implantadas interpretarán tocata y fuga, en ese sentido España gozará de una sustancial repatriación de capitales al igual que cuando el 98. España solo tendría que hacer valer sus derechos a veto y cubrirse con la coyuntura territorial europea.

3)Fomentar en Cataluña la existencia de un potente sector unionista y/o cantonalista que paulatinamente intente revertir la situación o crear otros estados dentro de esa nación fallida.

4) Asegurarse que de los políticos que pilotan la nueva Cataluña son estos mismos que la han emancipado. Cataluña será «gobernada» en sus primeros años por un tripartito de zurda conducta que trasmitirá un atroz pánico a perder la propiedad privada y a caer en la inseguridad jurídica.

5) España debe reclamar la Cataluña no sumisa al independentismo y administrarla con generosidad y lealtad: cada provincia, cada comarca, cada ciudad, cada pueblo, cada edificio, cada persona que desee ser española en Cataluña debe ser asistida, gozando de todos los derechos y coberturas como españoles, como europeos y como ciudadanos de una nación verdaderamente reconocida.

¿Estoy yo de acuerdo con esta solución? No, porque según mi idea del proceder no se tenía que haber llegado a esta dramática encrucijada; desde luego nadie, salvo Durán y Lleida, ha estado a la altura de las circunstancias pero lamentablemente siendo realistas, a día de hoy a España solo le queda esa escapatoria para subsistir.

Pactar un referendum como pide Podemos o intentar conservar lo imposible por medio de la ley o la fuerza al más estilo Gigante Albiol sería sentenciar a la Nación Española a la desmembración en menos de una década. Muchos españoles consideran ya que Cataluña debe hacer mutis por el foro para que España pueda interpretar el papel de una nueva transición.

¿Y qué debería que hacer Rajoy para precipitar este statu quo? Pues simplemente, no debe hacer nada. Y mira por donde, no hacer nada es lo que mejor se le da a Rajoy.

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