Estaba claro que casi nadie apostaba un duro por el triunfo de la moción contra Amancio Lavandeira. Fue algo tan inesperado que ni tan siquiera estaba el bastón de mando en el salón de plenos. Parecía que nadie se lo creía. Como si se tratara de un espejismo, al que ayudaban los propios promotores de la moción de censura con su semblante.
Tampoco hubo excesivo barullo, como en otros plenos donde se debatieron mociones de censura.Porque esta parecía condenada a fracasar, aunque resultaba un tanto curioso ver como Abraham Gerpe y los seis ediles del PP querían llegar hasta el final. Quizás porque hasta el rabo todo es toro. Quizás porque tenían esperanzas en que la extraña carambola saliera. Y salió.
En la misma mañana, Amancio entró como alcalde y salió como jefe de la oposición, arropado por dirigentes de Terra Galega y Compromiso por Galicia, así como por vecinos que lo saludaban.También había un grupo que esperaba a los nuevos gobernantes.
Antes de que diera tiempo de comenzar a diseñar los titulares, el exalcalde Antonio Pensado Plágaro, anunciaba que los seis ediles de su grupo pasaban a las filas de los no adscritos, que pasará a ser un colectivo numeroso de ocho personas en donde convivirán un edil socialista expulsado y nuevo alcalde, seis ediles que se marchan del PP, y la edila Verónica Facal, que no participó en este convulso episodio de la política local.
Sobre la moción de censura se siguió hablando durante todo el fin de semana, y se continuará hablando durante algún tiempo. Terra Galega ya anunció un recurso, el PSOE también estudia medidas y En Marea solicitó la intervención del Estado para frenar el «fraude electoral». A ver en que queda todo esto.
Mientras tanto y al margen de lo que pueda suceder en instancias judiciales, Abraham Gerpe es el nuevo alcalde de Coristanco y tiene por delante un duro camino para cambiar las cosas que criticaba en los últimos plenos y enseñar cual es el cambio que propone. Aunque no hubiera foto con el bastón de mando.
En uno de los reportajes de Adiante Galicia, señalábamos que Coristanco se había convertido en el polvorín verbal de Bergantiños. En realidad era un campo de minas en donde hubo una sorpresiva explosión, que tuvo repercusión en todas las esquinas del país. El tiempo escribirá el resto de esta increible historia.
