Desde el pasado cuatro de marzo y hasta el próximo cuatro de mayo, la «veciñanza» de la ciudad de A Coruña tendrá que pasar voluntariamente por la caja de la hacienda local para cumplir con la tributación del Impuesto de Vehículos de Tracción Mecánica (IVTM), conocido popularmente como impuesto de circulación. Este año los ciudadanos volveremos a rascarnos un poco más el bolsillo para pagar, con carácter general, un 12% más en este impuesto, como ya hicimos el año pasado gracias a la subida aprobada en diciembre de 2015 por el gobierno de la Marea Atlántica en sus primeras ordenanzas fiscales.
Eso sí, con el apoyo del partido socialista, que lleva dos años de idas y venidas en su relación con el gobierno de Xulio Ferreiro y que parece no haber entendido que la ciudad no puede seguir en esta situación de parálisis permanente. Ayer mismo el portavoz socialista afirmaba que la gestión del día a día de la ciudad está manga por hombro.
Y ante esta dolorosa municipal –sin darnos tiempo a respirar, a partir del cinco de mayo nos enviarán la del IBI, cosas del calendario fiscal de la Marea– muchos ciudadanos nos preguntamos a qué destinan este impuesto. Hoy circular por las calles de A Coruña es como hacerlo por una pista de autocross. No hay más que dar un par de vueltas por la ciudad para comprobar el pésimo estado en el que se encuentra el pavimento de la calzada de muchas calles. Vías llenas de socavones, -fochandas en Santiago de Compostela- como sí legiones de roedores –pequeños animalitos a los que querían hacerles viales subterráneos en Alfonso Molina– se dedicaran día y noche a roer el asfalto, y que con tanto rebacheo sobre rebacheo da la sensación de circular por una pista forestal con continuos cambios de rasante. Vías, muchas de ellas, con una señalización horizontal casi invisible o defectuosa. Estado de conservación deficitario que en ocasiones afecta a la seguridad vial, tanto para el peatón como para los conductores de coches, motos y bicicletas. Sin dejar de obviar que también tiene consecuencias perjudiciales para nuestros vehículos, y por tanto para nuestros bolsillos.
Esta situación no es de extrañar si atendemos al dato de que el gobierno de la Marea dejó sin ejecutar del presupuesto del año pasado, 3 millones de euros en pavimentación. Y si echamos un vistazo a los presupuestos de este año, mucho me temo que el problema persistirá y empeorará. Para «vías públicas» presupuestan solo 3,13 millones de euros, por los casi 10 millones que el anterior gobierno del Partido Popular había presupuestado en 2015, que incluía un plan de renovación del pavimento de vías que ya se estaba ejecutando. Es decir, 6,8 millones menos, recortan la partida un 65%.
Seguramente parte del impuesto de circulación lo destinarán a propaganda, publicidad y participación partidista, que eso sí les ocupa y preocupa para vender las excelencias de su «gestión», aumentando la partida para este año un 23% respecto al pasado. Pagar, pagaremos la dolorosa municipal, pero mucho me temo que seguiremos haciendo autocross.
