– Xosé Manuel Lema-
Lo descubrí tarde. Mi primeros recuerdos de Félix Rodríguez de la Fuente son tres. La sintonía de “El hombre y la tierra” en el televisor Telefunken del establecimiento hostelero familiar y la atención que prestaban los mayores.También la canción de Enrique y Ana que cantamos aquel año, con tristeza, en el desván familiar mientras jugábamos:
“Amigo Félix
Cuando llegues al cielo
Amigo Félix
Hazme solo un favor
Quiero ir contigo
A jugar un ratito
Con el osito
De la Osa Mayor”.
Y por último los cómics que tenía mi hermano Rafael con dibujos de animales y del propio divulgador.El gran legado de Félix lo fui conociendo más adelante. Y lo sigo disfrutando a día de hoy.Pero la verdad es que no imaginaba que volvería a caminar de su mano por los páramos y las cuevas. Que volvería a sentir sensaciones pasadas. Y todo gracias al libro “Félix. Un hombre en la tierra”(geoPlaneta).
Usando palabras de Odile Rodríguez de la Fuente en este libro encontramos al Félix auténtico “sin interpretaciones ni intermediarios”. Una edición en la que se recogen reflexiones, cuentos, narraciones e ilustraciones del genio de Poza de la Sal. Con estupendas aportaciones de Odile, que nos sirve de hilo conductor. Y a la que tuve la fortuna de poder entrevistar.
Reflexiones que están llenas de mensaje:”Un niño de hace 50.000 años, sacado de una caverna paleolítica y llevado a una universidad norteamericana habría podido transformarse en Einstein”. Una crítica a los sistemas educativos monolíticos y fabriles. Mecánicos y dirigidos.
Ya de aquella Félix nos decía:”Por eso les confieso que no me importará nada marcharmse dentro de unos años con el último vencejo. A dormir también volando allá arriba, a 1.500 metros de altura, adonde es posible que no lleguen los ruídos, ni la contaminación, ni las preocupaciones ni las injusticias de los hombres”.
Leer este libro es un continuo aprendizaje, pero también una ilusionante excursión, en donde a cada paso tienes que abrir el cuaderno de campo y anotar cosas. El testimonio del hombre que supo interpretar el lenguaje de la tierra.
Es leer y sentir desazón a medida que llegas al final. Pero también la ilusión de poder volver a empezar. El increíble patrimonio de Félix, ordenado y seleccionado con maestría por Odile.
Una enciclopedia de vida. Páginas de un libro que se convierten en lobos, halcones, tortugas o nutrias. Una edición muy lograda, con las palabras latiendo en su interior y recordándonos que aquel hombre que empezó un nuevo viaje la blanca Alaska, sigue conectado a nosotros a través de las venas heridas de la tierra.