Segunda entrega de esta aventura acústica de la banda finlandesa, editada sólo unos meses después de la que fuera la decepcionante primera parte.
En esta ocasión las sensaciones mejoran, básicamente por un único motivo: las canciones son mucho mejores, sencilla y llanamente. Kakko ha dejado para esta segunda parte los temas más representativos de su carrera, aunque sigo echando de menos alguno, por ejemplo «Replica», auténticos hits de la historia del Heavy Metal europeo, por lo que había que hacerlo muy mal para no superar a aquella primera entrega.
El álbum se abre con una joya, «I Have A Right», un tema del año 2012, integrado en aquel gran Stones Grow Her Name, y que sigue brillando con la misma magia y el mismo dramatismo que hace 10 años, más maduro si cabe en esta versión acústica. «Black Sheep» es una de las mejores adaptaciones de sus temas más rápidos, en este caso un corte de sus primeros años, en concreto de su segundo álbum, Silence, año 2001, ahí es nada.
Las melodías se respetan al cien por cien, Tony se reserva en tonos más bajos, pero todo acaba funcionando a la perfección. El tema es tan bueno que aúnreduciendo su velocidad sigue brillando. «Half A Marathon Man» sorprende, un corte más moderno, año 2014, álbum Pariah’s Child, muy bien construido y muy atractivo desde sus nuevos arreglos, un tema diferente, pero que vuelve a funcionar.
«Broken» sigue respetando la esencia del original, uno de los cortes más representativos de aquel tercer trabajo, Winterheart’s Guild, con pocas diferencias estructurales, lo mismo que «Letter To Dana», su balada con mayúsculas, una canción con 23 años a sus espaldas, adorable, brillando al mismo nivel tanto años después, en este caso en formato completamente acústico, aunque con un Kakko de nuevo más reservado, qué temazo, «Fullmoon» son palabras mayores, probablemente la mejor canción de su carrera, con una melodía sencillamente excelente, por lo que es imposible que algo salga mal con tanto talento artístico detrás. Mucho piano, mucho coro, el bajo muy presente y toda la banda sonando con una elegancia asombrosa.
Momentazo, magia, nada más que magia. «Shamandalie» es otro imprescindible, en este caso rescatada de su álbum de 2004, Reckoning Night, genial nuevamente, en este caso únicamente interpretada a teclado, mezclando Hammond con Moog. Impecable.
«San Sebastian» es otro de sus grandes clásicos en cuanto a temas rápidos se refiere y, tal y como ocurría con «Black Sheep», de hecho pertenecían al mismo LP, vuelve a salir muy bien parada. «Gravenimage», pierde mucho en relación al original de 2003, y «Flag In The Ground» del año 2009, The Days of Grays, no me termina de convencer, de lo más flojo del plástico, para volver a recuperar su mejor nivel en la recta final con otros dos clásicos, «My Land», otro hit de su extraterrestre álbum debut, de nuevo muy bien adaptado al formato acústico, y «Victoria’s Secret», otro clásico, otro tema lento insigne que continúa brillando tanto tiempo después.
En definitiva, Sonata Arctica tomando aire y recuperando fuerzas en aras de volver a conquistar a la creatividad, grabando un puñado de versiones con muchísimo más nivel que en la primera entrega. En momentos como este echo la vista atrás y me vuelvo a dar cuenta de todo lo que han construido estos chicos y sobre todo del protagonismo que han tenido en mi vida