El 14 de diciembre de 2019 el Dépor perdía 2-0 contra la Ponferradina y la directiva aceleraba las negociaciones para tratar de virar el rumbo de un clásico del fútbol español que, colista en la segunda división, apuntaba claramente al descenso a 2.ª B.
Esta situación no solo frustraba las aspiraciones deportivas de un proyecto de transición que no funcionaba, sino que suponía dejar a los blanquiazules en una situación en la que se jugaban algo más que la permanencia, ya que la viabilidad económica del club en la tercera categoría nacional estaría en entredicho. Con esta situación en mente, se abría una tienda en Amazon para intentar sumar algún ingreso extra.
Así, en apenas dos semanas, se cerraban los flecos de la incorporación a la disciplina deportivista de un viejo conocido de los banquillos de Riazor. Fernando Vázquez volvía a tomar las riendas de la nave, como ya había hecho en 2013, y la afición miraba con recelo, presa de un catastrofismo más que justificado. Vázquez comenzó 2020 con una victoria frente al Numancia como visitante, la primera de la temporada 2019-20 en LaLiga Smartbank y algo comenzó a cambiar en un vestuario que se sabía mejor de lo que la clasificación indicaba.
Tras la eliminación de la Copa del Rey a manos del Unionistas, parecía que los fantasmas volvían a sobrevolar el ánimo de los coruñeses, pero nada más lejos de la realidad: el Deportivo se encargaría de romper las previsiones de todas las casas de apuestas, con unos resultados impensables hasta ese momento, incluso para el fan más acérrimo.
Primero se impuso al Racing, en un partido de casta y sacrificio por 2-1; tres días después, frente al Cádiz, lograba imponerse por la mínima. Los puestos de salvación ya no se percibían como una utopía imposible, sino como una meta a conseguir. La escuadra de Vázquez venció al Cádiz por la mínima, con un gol de Sabin Merino, y en Riazor comenzaba a resonar el “Pódese” que el entrenador ya había escuchado en 2013.
La visita al Albacete sirvió para confirmar el buen momento del equipo coruñés, y se saldó con otros tres puntos a añadir a su casillero. Tres más se sumaron frente a Las Palmas, con goles de Sabin y Eneko, aunque un gol en propia puerta oscureciese los ánimos de la grada. La palabra milagro comenzaba a quedarse corta… Y la alegría continuó tras regresar de Alcorcón con una victoria más, otros tres puntos para dejar definitivamente atrás los puestos de descenso.
El empate frente al Girona (2-2), equipo situado en el extremo opuesto de la tabla, no empañó un trabajo excelente por parte de jugadores y cuerpo técnico, que han logrado unos resultados que les sitúan como el mejor equipo de la competición, con cuatro victorias y un empate, en los últimos cinco partidos. Por delante quedan enfrentamientos complicados, como las visitas a los campos del Cádiz y el Almería, pero en Riazor comienzan a despejarse las nubes negras del fatalismo y se mira con optimismo al futuro.
