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martes, marzo 11, 2025

Cuando la Armada también puede con la Leyenda Negra

«LA LEYENDA NEGRA DE LA ARMADA ESPAÑOLA» DE AGUSTÍN R. RODRÍGUEZ GONZÁLEZ

«La leyenda negra de la Armada Española. Mitos, errores y mentiras de la Invencible y Trafalgar al Desastre del 98» (La Esfera de los Libros, 2025) de Agustín R. Rodríguez González es un nuevo intento de consolidar una biblioteca de hispanistas en defensa de una revisión histórica nacional sostenida en hechos y documentos no en propagandas y turbias ideologías.

Si la Empresa de América fue siempre un lodazal de miserables diatribas, incluso de falsos predicadores nacionales, no menos falsedades y ataques se arrojaron sobre momentos históricos en donde nuestra Armada fue singular protagonista.

Una obra de divulgación recomendable

Pese a los magníficos trabajos sobre los temas aquí tratados, todos los días los críticos con la leyenda negra nos vemos envueltos en discusiones entre colegas y vecinos que sólo pueden suceder en nuestro invertebrado país.

Por eso son recomendables obras de divulgación como la presente, aunque al que no quiere oír verdades y vive de las mentiras poco le aprovecha y seguirá custodiando sus encomiables trabajos antiespañoles menos aprovechables que el papel higiénico.

Contra la pagada conjura de los necios nunca harta se imponen obras como ésta que sigue en la ola de otros imprescindibles libros sobre temática marina del autor en la misma editora. A los europeos (hijos de la filosofía griega, el derecho romano, el humanismo cristiano y la Ilustración) no nos debería cegar la ingenuidad, la desidia por no querer saber, la falta de aprecio por el debate de ideas y la búsqueda de luces ante las incógnitas de la historia y de la vida.

El autor, premiado investigador, doctor en Historia y académico comprometido, nos anuncia el eje de este proyecto: La Armada española encarna una gran historia de éxito, a pesar de las numerosas mentiras que persiguen sus principales victorias y algunas de sus supuestas derrotas. Y dirige sus pesquisas a tres episodios centrales en la leyenda negra naval, las citadas en el subtítulo.

«Lejos de ser una fuerza anticuada o en decadencia, el poderío español se mantuvo en vanguardia desde los albores de la Edad Moderna hasta comienzos del siglo XX» leemos en la cartela. Se centra el escritor en tres de los momentos históricos que han suscitado (y lo siguen haciendo) más interés y polémica: el conflicto naval angloespañol, desde el siglo XVI al primer tercio del XVII; la época del combate de Trafalgar (1789-1805); y la guerra de 1898, entre España y Estados Unidos. En buena parte de estas páginas analiza el autor la rivalidad con Inglaterra y los focos de desinformación y propaganda vertidos desde aquellos lares, magnificando victorias y ocultando sus estrepitosas derrotas.

España combate con muchos frentes abiertos

Uno de los temas recurrentes es el caso de la Invencible, para nada la gran derrota militar de la propaganda anglosajona ni el fin de nuestro poderío naval. Las palabras del historiador nos centran la cuestión:

«Muchos historiadores británicos tienden a presentar el conflicto entre Inglaterra y España del último tercio del siglo XVI como una lucha de titanes entre dos grandes naciones, ante lo cual todo lo demás era secundario. Ante lo expuesto, parece más bien que a Felipe II y a la inmensa Monarquía española de entonces aquello les pareció más bien un asunto muy serio, aunque indudablemente secundario».

España combatía en muchos frentes y el conflicto con Inglaterra era uno más, nunca visto con un plan de invasión sino como injerencia política en apoyo al bando católico. Como se hacía en Francia. El autor incluye el episodio de la Invencible en una cronología amplia de ataques y en una guerra declarada que duró de 1585 a 1604 y terminó satisfactoriamente para España que no cedió en nada de lo mucho que tenía. Cita antecedentes como la primera fecha, 1562, la de la expedición armada de Hawkins (y Drake) al Nuevo Mundo, y que posteriormente hubo nuevas y hasta continuas agresiones, pese a lo cual la paz «oficial» entre ambos reinos se prolongó de hecho hasta 1585.

La guerra declarada se extendió hasta el tratado de paz de 1604, pero Inglaterra volvió a la guerra en 1625, solo para cosechar una completa derrota y volver al acuerdo de 1604 en 1630. «Así, y salvo incidentes aislados, la duración del conflicto armado, oficial y extraoficialmente al principio, se prolongó por nada menos que sesenta y ocho años y, pese a lo normalmente divulgado, con resultados que dejaron sensiblemente la cuestión como al principio de la larga y dura lucha» recuerda el autor y sigue:

«Pero, y por muchos motivos de toda índole, este conflicto ha sido examinado y contado bajo una perspectiva en la que los hechos han sido desvirtuados o hasta omitidos según conveniencia. Bajo un prisma muy sesgado, por cuestiones que van desde la política a la religión, etc., se han adelantado hechos que solo fueron realidad clara y tajante mucho después, en ocasiones hasta siglos… y ello desde la evolución política de los estados hasta la técnica naval y de los combates navales».

La batalla de Trafalgar

La batalla de Trafalgar es otro episodio que figura en el pozo de nuestra decadencia. Pero el hecho de estar allí al lado de las dos grandes potencias del momento pone en valor a la Armada Ilustrada, a nuestra última generación dorada de marinos en el podio naval.

Como en el siguiente duelo nacional aquí analizado (la guerra contra Estados Unidos de 1898), la desastrosa zarpa política impidió una mejor resolución de los acontecimientos. En esos críticos momentos se muestran los héroes y los aviesos, la cara y cruz del pueblo español.

Trafalgar por sí mismo no significó un vuelco en la situación anterior, y su importancia radica en la cercanía a la crisis política española de principios del siglo y la proximidad a la verdadera tragedia nacional que fue la Guerra de Independencia que para mí fue la verdadera boca del abismo que nos envió a la segunda fila del concierto internacional.

Otro ejemplo de manipulación del pasado es el citado Desastre del 1898. «La brevedad del conflicto y el trabajo de la prensa amarillista dieron a entender que una flota de velas y madera, sin puntería ni cañones modernos, había sido arrasada por una fuerza acorazada y una tecnología superior» dicen los créditos.

El análisis de las fuerzas enfrentadas y las circunstancias añadidas, como el apoyo inglés (mayor potencia naval de la época) a EEUU y la falsa neutralidad y real beligerancia con España, la corrupción y venalidad política nacional, son factores que muestran otra cara distinta de los hechos. Si la guerra estaba perdida de antemano, el resultado de los acontecimientos pudo ser distinto, la disparidad de las flotas no era tal y sí lo fueron los recursos disponibles (de nuevo Inglaterra) y el uso de los mismos.

La tarea de reconstruir el pasado

«La tarea de reconstruir el pasado es tan sugestiva como llena de peligros» recuerda el autor. El primer peligro que señala es el de los mitos históricos: hechos, personajes y situaciones que, pese a no estar probados, han adquirido visos de credibilidad y son aceptados generalmente como verdaderos. Y así nos hace estas reflexiones previas:

-Baste como ejemplo recordar que, con frecuencia, en la guerra naval (y también en la terrestre) se han producido más bajas por enfermedad, sea por falta de higiene a bordo, mal estado o falta de los alimentos y agua disponibles o epidemias que por los propios combates, como tendremos ocasión de recordar en estas páginas.

Por último, se pueden dar auténticas mentiras producto tanto de mitos y errores como de pura propaganda, fruto de la posición ideológica del que escribe, las creencias o de las fidelidades nacionales propias de quien intenta reconstruir el pasado, tanto para explicar aciertos como para justificar errores.

O lo que parece más tajante y definitivo: victorias y derrotas. Finalmente, está el carácter mayoritario de cada pueblo: en unos, por razones muy diversas, predomina la actitud autolaudatoria, mientras que en otros lo esperable es la autocrítica. Ambas pueden equivocarse y suelen ser reflejo de la situación concreta en cada época de cada pueblo, de su pasado y del juicio que merezcan a otros pueblos.

Estas reflexiones previas pueden ser muy útiles para acercarnos de manera serena y reflexiva a una cuestión de relevancia mundial, como es la historia de la Armada española o, en general, las campañas navales de los marinos españoles durante siglos y en todos los océanos.

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