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sábado, noviembre 2, 2024

La aventura de Santiago en el Finisterre por Jesús Bastante

– Rafael Lema Mouzo-

El Camino Jacobeo es un filón temático y cada Año Santo se presta para que las librerías llenen sus estantes con nuevas propuestas santiaguistas. En este caso vamos a hablar de una novela, una obra de ficción que intenta acercarse al tiempo vital del apóstol más «gallego», pero en todo caso dejando a un lado el rigor de la crónica.

Si leemos esta novela con pretensiones de libro histórico el tiro está errado, pero nos ambienta en una época y unos personajes, con el apoyo de la investigación del autor y el asesoramiento en los detalles. Hay algunos tropiezos, como citar Milladoiro o Costa da Morte muchos siglos antes del nacimiento de sus topónimos; pero en general el autor, con un largo bagaje de comunicador socio-religioso, sale airoso de un trabajo no menor como es ambientar una obra de ficción hace dos milenios, con escaso apoyo documental.

El autor crea un Santiago inventado salido de leyendas muy posteriores a su mundo y época. Lo hace y lo dice, no nos quiere engañar. Además nos aporta una serie de datos, referencias muy útiles para el que quiera indagar desde distintas perspectivas en el mundo jacobeo del que formo parte. En octubre me verán en Madrid como ponente en el Congreso Internacional de Asociaciones de Amigos del Camino, y muchos me conocen por mis dos libros jacobeos en español e italiano.

En «Santiago en el fin del mundo» (La Esfera de los Libros) el periodista madrileño Jesús Bastante quiere tratar la vida y milagros del Apóstol. Con su improbable viaje a predicar al confín de España, dejando en medio toda Europa sin evangelizar, un continente y una península que tardarían un par de siglos en tener acaso la semilla muy desperdigada de la nueva fe. Y también relata el segundo viaje del santo a tierras hispanas, ya muerto.

«Tras ser decapitado en Jerusalén, ordenaron que sus restos se arrojasen en el desierto para que fuesen devorados por las alimañas, pero sus dos discípulos Teodoro y Atanasio consiguieron recuperar el cuerpo, lo depositaron en una urna e iniciaron el viaje milagroso de vuelta al fin del mundo para que allí reposase el Hijo del Trueno», concluye Bastante apuntando a una tradición nacida mil años después del martirio del santo varón.

En general, todo el aparato mágico y legendario que le presta al autor para desenvolver su narración son memorias del románico o gótico sin tradición peninsular; salvo en el hueso, el sencillo lenguaje de las fuentes primeras en dónde sí podemos desentrañar una original y fiable versión (fuera de cuentos insanos de mazmorras y dragones). No soy yo de los negacionistas, más bien me sumo al de los afectos a la grandeza de Compostela, Galicia y su Camino. Y hay un fondo histórico, el menos conocido, que lejos de negar confirma. La pervivencia del Camino es la mejor muestra de sus buenas raíces.

El autor, siguiendo la tradición, recuerda que Santiago era el más impulsivo de los doce apóstoles, el Hijo del Trueno, y quizás por esa fuerza fue por lo que llegó hasta los confines del mundo conocido, el Finis Terrae. Pero avisa que está escribiendo una novela, y por tanto nos atenemos a esta premisa. Si se tratara de un libro histórico la crítica sería otra. Para reafirmar su propuesta incluye un desmentido histórico de Nieves Concostrina, con algunas afirmaciones veraces y otras líneas de escaso peso; ni como divertimento. ¿Acaso no existieron Jesús y los apóstoles?¿No es Santiago un personaje histórico? A estas alturas me da pereza entrar al trapo?

El periodista y escritor Jesús Bastante hace un ejercicio literario, se divierte y quiere que el lector agradezca su propuesta, se da un un viaje por la milenaria ruta de comercio y cultura que por tierra y mar unía a España con el Levante, a la sombra del apóstol y sus supuestos discípulos en sus dos momentos en los que su nombre está unido en leyenda áurea al de Galicia (la nunca realizada predicación y la traslatio).

En esta recreación ficticia, el autor, siguiendo leyendas medievales, hace entrar al apóstol en la Península por Cartago, pasando por Granada. sube por la Vía de la Plata hasta Mérida, luego entra en Portugal y llega hasta Padrón, donde predica el Evangelio. Y detalla su viaje de regreso hasta Jerusalén. Sale de Galicia por el Camino francés, en Zaragoza se le aparece la Virgen sobre un pilar; y en Tarragona embarca para regresar a Tierra Santa.

En la novela, situada en la Hispania del siglo I, tres extranjeros caminan, sin rumbo conocido, por la Península. Uno de ellos es Santiago, el hijo del Zebedeo, hermano de Juan y discípulo de Jesús. Santiago quiere cumplir la misión de Cristo, llevar la palabra a los confines de la tierra. Ese país fantástico de meigas soberanas, esa Letavia donde se pierden la razón y la ley; tierra mítica conocida desde Salomón y los Macabeos, con su nombre grabado en los papiros de la ley. Si Santiago en vida estuvo en Hispania, ¿cómo y por dónde alcanzaría el finisterre? Esa es la idea del narrador y a esta premisa dedicó su esfuerzo con cariño por unas tierras y unos personajes.

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