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lunes, marzo 25, 2024

La última batalla (perdida) de Alejandro Finisterre por el Museo de León Felipe

– Rafael Lema-

Un hombre que fue tantas cosas como Alejandro Finisterre (editor, escritor, empresario, compositor, inventor, bailarín de claqué, espía, amante de Frida Kahlo) se puede decir que vivió varias vidas y todas de forma intensa, compadreando con muchas de las grandes celebridades del siglo pasado.

El tramo final de su vida, cuando regresó con su mujer a España, estuvo muy vinculado al legado de su gran amigo León Felipe. Se puede decir que junto a la lucha contra la enfermedad que lo venció fue su última batalla. No logró que Zamora honrase a su mayor poeta con una casa museo. En este medio seguimos trabajando con el importante aparato documental que disponemos para colocar la figura de Alejandro Finisterre donde merece. En esta ocasión les hablamos de este último combate del viejo león de Fisterra, cansado y mermado por la enfermedad, pero aún con fuerza para bramar contra cargos y políticos, en los dos años finales de su vida.

En 2006 por una úlcera de duodeno fue hospitalizado en A Coruña, siendo el anuncio del final de su vida, unos meses después, en Zamora. Pero aún se sentía con ganas de lucha, denunciaba el estado del legado de su gran amigo León Felipe, era su última batalla. Leemos en El País el 29-11-2006: «mientras, lo último que ha editado es un opúsculo titulado Del maltrato a León Felipe, en el que denuncia las condiciones de conservación en las que el Ayuntamiento de Zamora mantiene el legado del poeta, que él les cedió por 900.000 euros». «Hay 2.500 manuscritos, cuadros…Algo que nadie me regaló, que compré con el apoyo de mi familia y que ahora están dejando pudrir en cajas», se indigna A.F. «No, no es mi última batalla, es la penúltima», lamentaba A.F. La casa museo sigue sin materializarse pese a que el Ayuntamiento de Zamora adquirió el legado de León Felipe a su albacea Alejandro Campos Ramírez (Alejandro Finisterre) y a su esposa Ana María Antonia Herrero Palacios, en diciembre de 2002 y se constituyó una fundación.

En «La Opinión. El Correo de Zamora» el 26-1-2017 se descarta ya la idea del museo. Anuncian la digitalización de los documentos y una exposición que se llevó a cabo en el 2018, 50 aniversario de la muerte del poeta.

Así leemos en los titulares del diario «La casa museo de León Felipe, descartada por el escaso contenido expositivo. Los informes de expertos desaconsejan una muestra permanente de los documentos por los que el Ayuntamiento pagó un millón de euros». El Patronato que gestiona el legado del poeta en un comunicado dice atender a las opiniones de los expertos, que consideran que no existe un volumen expositivo suficiente como para organizar un museo en nombre del escritor de Tábara. «El Ayuntamiento de Zamora pagó en noviembre de 2002, 920.000 euros al albacea testamentario del poeta, Alejandro Finisterre, al que se concedió, además, una pensión vitalicia de 3.000 euros al mes.

Finisterre murió en febrero de 2007″ sigue la crónica. «La colección de manuscritos y documentos gráficos adquiridos por el Ayuntamiento ha sido objeto de polémica durante años, tanto por su conservación (permaneció almacenado en cajas de cartón) como por el precio pagado y la ausencia de un proyecto real para llevar a cabo la comprometida casa museo que ahora se desvanece definitivamente» recalca el cronista.

La concejala de Cultura, María Eugenia Cabezas, al mando de la vicepresidencia del Patronato de León Felipe, explicó la opinión de los expertos en cuanto a la exposición y sólo admitió la existencia de «algunas piezas» para formar parte de una muestra y concluir que la realización de la misma «es algo que tendremos que estudiar». En cuanto a la digitalización, estará dividida en etapas, «por el coste económico y de recursos que ello supone», con el objetivo último de poner los archivos a disposición de los usuarios en una página web, pero también accesibles a los investigadores». Parte de este objetivo se cumple en la web de la Fundación León Felipe constituida el 27 de diciembre de 2004.

Tiene como fines la difusión y divulgación de la vida y obra de León Felipe, así como la conservación, exhibición y cualesquiera forma de gestión del patrimonio relacionado con el citado poeta, adquirido por el Ayuntamiento de Zamora mediante convenio de fecha 31 de diciembre de 2002 para la donación del legado de León Felipe realizado por don Alejandro Campos Ramírez y doña María Herrero Palacios; así como la promoción de la literatura y en particular de la poesía como vía de la unión cultural de los pueblos.

Vemos que tras la muerte de A.F. algunas cuestiones siguieron sin solución muchos años, como la creación del museo de León Felipe. Lo criticaba Alejandro N. Sarmiento Alejandro, Coordinador de la Junta Directiva de la Asociación Profesional de Gestores Culturales de Castilla y León, criticaba en Diario de Valladolid el 17-1-2018: «¿Y el legado León Felipe? Bien, gracias». El autor reclama la «puesta en valor» del legado de León Felipe a través de una Fundación, que el Ayuntamiento de Zamora adquirió en diciembre de 2002 y desde entonces y ya va para más de quince años nada se sabe».

Alejandro conoció durante la guerra civil a León Felipe en Madrid, mientras sigue su vida de estudiante en Madrid, solo y adolescente, buscándose la vida como un personaje de Baroja, trabajando de peón albañil y haciendo horas en una imprenta. Allí descubre el activismo político, los ideales anarquistas, por medio del poeta Pedro Luis de Gálvez. Durante la II República perteneció a la Asociación de Idealistas Prácticos, a la que llega de la mano de uno de los profesores con los que colabora que le presenta a Miguel Calvo, el promotor madrileño de la entidad.

Felipe Camino Galicia en México

Funda la revista «Paso a la Juventud» en junio de 1936, junto a Rafael Sánchez Ortega, el «Periódico Iconoclástico Defensor de los Valores Anónimos». Aquí nace ya el seudónimo Alejandro Finisterre, que usará siempre, con el que firma sus primeros ensayos; es como si al desprenderse del vínculo familiar, solo en la gran ciudad, sin nadie, sin tierra, diese vida a un nuevo ser; el hombre moderno desprendido de raíces y credos, sin las rémoras del pasado, cargado de futuro, que se hace a sí mismo.

En octubre conoce a León Felipe (1884-1968) en el hotel Florida de Madrid, cuando acude a una de las tertulias frecuentadas por el poeta de Tábara (Zamora). Una amistad que durará toda la vida, será especialmente intensa en el periplo americano de ambos.

El poeta zamorano (como los abuelos de A.F.), boticario de profesión, de nombre de pila Felipe Camino Galicia de la Rosa, había viajado a México en 1922 con una carta de Alfonso Reyes (1889-1959) que le abriría las puertas del ambiente intelectual mexicano. El escritor, lingüista y diplomático Alfonso Reyes, discípulo de Menéndez Pidal en su etapa en Madrid, desde 1939 presidió la Casa de España, con el apoyo de Daniel Cosío; lugar de encuentro del exilio español, luego convertido en el prestigioso Colegio de México.

Entre los artistas con los que trabó amistad y compartió correos el poeta figura Diego Rivera. León Felipe trabajó de bibliotecario en Veracruz y de profesor de literatura española en la Universidad Cornell en Estados Unidos.

Contrajo un segundo matrimonio con otra profesora, Berta Gamboa. Volvió a España poco antes de iniciarse la guerra civil y vivió como militante republicano hasta 1938. En este año se exilió definitivamente a México, donde pasó a ser agregado cultural de la embajada de la República Española en el exilio, único gobierno reconocido entonces por el ejecutivo del presidente Cárdenas. «Conocí a León Felipe en Madrid, en 1936, en la Guerra Civil Española y en tiempos de la revista Paso a la juventud. Luego, en México nuestra amistad fue estrechándose cada vez más.

Desde un principio hubo entre nosotros una gran compenetración, grandes coincidencias en temas fundamentales. Y desde el primer momento admiré su poesía, el valor de su testimonio humano», declaró A. F. en La Voz de Galicia el 18 octubre de 1981. Este contacto del poeta con México y las amistades hechas con exiliados españoles en París lo llevan a tomar la iniciativa de cruzar el charco una década después.

La Asociación de Idealistas Prácticos que acogió los derroteros del joven A.F. tenía su sede en la calle Factor 7 de Madrid, con la rama Hesperia y el Ateneo Teosófico. Su representante en la capital era Miguel Calvo Sánchez. Contaba con otras sedes locales en varias ciudades de España, destacando la actividad de la AIP de Barcelona. En Galicia su representante era Emma Vilanova, desde la sede de la calle Joaquín Costa 12 de Pontevedra. El orientalismo, la teosofía, formaban parte del ideario de la asociación, que incorpora a destacados filósofos, periodistas, y de forma singular a educadores. Estaba bajo el abrigo de la Sociedad Teosófica (1888-1940), de ámbito nacional e instalada en España desde 1927.

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