La hija del gallego que Alejandro Finisterre rescató del olvido. //RAFAEL LEMA//
La Generación del 27 contaba con célebres poetas varones y un grupo de ocultas novelistas, silenciadas aunque no silenciosas. Las mujeres del 27 son las grandes olvidadas de la Edad de Plata de las letras españolas, y una de ellas adquiere para mí una especial significación, Luisa Carnés.
En un mundo de hombres, en donde las escasas mujeres que se abrían paso en las letras eran de clase acomodada, burguesas vinculadas a la enseñanza, a la política, ella era una proletaria, una humilde obrera hija de un emigrante gallego. Esta es otra pata que despierta mi interés, su ascendencia paterna venía de un pueblo a tres kilómetros del mío. Y por último, la disculpa o sorpresa que da pie a este artículo es el papel desempeñado por otro gallego universal, de mi Costa da Morte, nuestro Alejandro Finisterre, ayudándola durante su estancia en el exilio mejicano, y tras su muerte editando sus obras. Precisamente de mi investigación y reivindicación del gran legado de Alejandro Campos salió la voz de Luisa Carnés entre los muchos nombres que ayudó a promocionar en una nunca pagada labor como editor, animador, camarada, amigo. Ciro Alegría, Rómulo Gallegos, Frida Khalo, ¡cuántos grandes gozaron con el calor y el compadreo de nuestro Alejandro!
Carnés-Vimianzo
Los Carnés salieron de San Cristovo de Carnés (Vimianzo- A Coruña) sobre todo hacia la capital de la provincia, a Madrid y al País Vasco, en general a lo largo del siglo XX. Es uno de los apellidos más curiosos de España, de los más escasos, y por tanto su origen no nos lleva a confusión. De 228 portadores del nombre, 120 están en la provincia coruñesa, 56 en Madrid y 33 en Guipuzcoa; todos salidos de la rama de Vimianzo.
El padre de nuestra ilustre novelista, Luis Carnés, dejó su pueblo natal coruñés a finales del siglo XIX camino de Madrid, en unos años de fuerte emigración en nuestra comarca, posiblemente huyendo de la leva a Cuba o quizás llegado de la misma. En Madrid ejerció como barbero y practicante, y se casó con Rosario Caballero, sastra que abandonó el trabajo para cuidar de seis hijos. Luisa era la mayor, nacida en 1905, por las dificultades económicas y el tener que cuidar de sus hermanos abandonó la escuela a los once años y entró como aprendiz en el taller de sombreros de una tía suya (Petra Caballero Aparicio); luego pasó al obrador de una pastelería.
Autor-Triplecaña- Wikipedia
Ella misma cuenta que en 1923 cogió «la pluma por primera vez para hacer un cuento» y que, como no se podía «gastar un duro en un libro», se alimentaba «espiritualmente con los folletones publicados en los periódicos y con las novelas baratas» y así fue ascendiendo «hasta Cervantes, Dostoievski, Tolstói…», intercambiados en las librerías populares. Esa ascendencia norteña tuvo que influir para que su primer cuento publicado en la prensa en 1926 fuese «Mar adentro» (1926); y en una biografía sobre Rosalia de Castro, editada por don Alejandro, por la que yo conocí a la autora.
Hasta 1929 publicó cuatro cuentos en la prensa, algo insólito para una obrera, ajena al mundo de la cultura, una «sinsombrero». Su primera obra impresa fue «Peregrinos del calvario» (1928). Poco a poco se fue convirtiendo en una de las figuras femeninas más destacadas de la cultura española de los años 30 gracias a su narrativa social; algo de lo que ella bien sabía, no escribía de oídas, sino de su clase y género. Abrió unas puertas que otros luego, compinchados con la crítica y el poder, se vanagloriaron de haber ollado antes. Desde 1928 es telefonista o mecanógrafa en la casa editorial Compañía Iberoamericana de Publicaciones (CIAP) donde conoció a su primer marido, el dibujante Ramón Puyol (1907-1981), con el que tuvo un hijo.
Al cierre de la editorial emigró a Algeciras y regresó a Madrid, a trabajar de camarera en un salón de té. De esta experiencia nace su rompedora y muy moderna novela Tea Rooms. Fue una gran activista en la lucha social, como militante del PCE, pero también apoyando a Clara Campoamor en su defensa del sufragio femenino, mientras las grandes figuras de la izquierda la reprobaron, dejando aparte a un digno Largo Caballero. Tras la guerra huye a Francia y se exilia en México.
Allí permaneció hasta su muerte en marzo de 1964 en un accidente de automóvil. En México su promoción fue abundante, no se cansó de escribir, pero mucha de su obra aún nos es desconocida, sigue inédita. Su legado literario, subversivo por su clase y por su género, se compone de una decena de novelas, más de sesenta de cuentos, tres piezas de teatro y centenares de crónicas. España le pagó con el completo desdén y olvido, algo que solo en los últimos años empieza a compensarse, para ella y sus congéneres, las mujeres ocultas del 27: María Luz Morales (1889-1980), Ana Martínez-Sagi (1907-2000), Irene Polo (1909-1942) y Luisa Carnés (1905-1964). Pero fue otro gallego quien más hizo por su nombre.
En México conoce entre otros a Alejandro Finisterre (natural de Fisterra, de donde toma su alias de guerra), gran admirador suyo, camarada en la lucha comunista, siempre saliendo en auxilio de los exiliados, él mismo lo era. En su exilio su obra fue publicada y apoyada sobre todo por Finisterre, editor de tantos otros escritores españoles. A la muerte de la amiga, a finales de los años sesenta, Alejandro Finisterre le publica en poco tiempo tres obras teatrales a Carnés en su mítica colección Ecuador 0º 0' 0'': «Los vendedores del miedo» (1966), «Cumpleaños. Monólogo» (1966), que previamente se había publicado en la Revista Mexicana de Cultura (suplemento de El Nacional).
El mismo editor incluía en el primer número de «Compostela. Revista de Galicia» (1967) su ensayo «Rosalía. Raíz apasionada de Galicia», que previamente había aparecido en las editoriales mexicanas Rex (Coleccción Vidas Españolas e Hispanoamericanas, 1945), Clavileño (1946) y en 1964 en la colección ya mencionada Ecuador 0º 0' 0''. Así que recordando a nuestra gallega Luisa Carnés rindo homenaje a don Alejandro y al México que a tantos españoles acogió, donde tan buenos amigos tengo. Seguro que en el Mictlán hay una cantina con bellas meseras de cabellos morenos y ojos chinos; allí, en una mesa ellos dos comparten tequila con Frida, Chavela, Diego…¡Viva México, carajo!
OBRA REEDITADA DE LUISA CARNÉS
Tea rooms. Mujeres obreras. Editorial Hoja de Lata, 2016.
Trece cuentos. Editorial Hoja de Lata, 2017.
Rosalía. Editorial Hoja de Lata, 2017.
De Barcelona a la Bretaña francesa. Editorial Renacimiento, 2017.
El eslabón perdido. Editorial Renacimiento, 2017.
Rojo y gris. Cuentos completos I, Editorial Espuela de Plata, 2018.
Donde brotó el laurel, Cuentos completos II. Editorial Espuela de Plata, 2018.
Natacha, Editorial Espuela de Plata, 2019.