Los indicadores colocados recientemente en las piedras sagradas del entorno del santuario de Muxía están levantando una polvareda de rechazo dentro y fuera de la comarca. Si primero reaccionaron los vecinos de Muxía al ver objetos de madera y metal «espetados» encima de los puntos más conocidos de este antiquísimo centro de culto, las fotos publicadas llevaron a una reacción de rechazo en cadena.
En las redes los comentarios no tienen desperdicio y llegan desde todos los puntos, pese a silencios clamorosos de eruditos y entidades comarcales que suelen posicionarse en otros atropellos menores, dependiendo de donde proceda el golpe y del color político del promotor del atentado.
Entre los ataques de relieve, el del reputado crítico de arte y vecino valiente X. Antón Castro, que lo tilda de «agresión visual y, por supuesto, estética» de gran magnitud; por ello pide «medidas y una reflexión al autor del desaguisado, a las instituciones que lo han avalado de manera tan irresponsable y al Concello» para «que tomen medidas urgentes para que el pueblo de Muxía pueda recuperar su identidad y alejar a los espíritus kitsch de los espacios poetizados por Rosalía, Lorca o López Abente».
La agresión visual es evidente y también el maltrato a uno de los santuarios identitarios de la cultura gallega que trasciende fronteras y además conforma uno de los hitos jacobeos, un Fin do Camiño por lo que muchos no entendemos la idea ni en donde falló la revisión del proyecto por las autoridades custodias del patrimonio. La obra fue promovida por la Diputación Provincial coruñesa y aprobada por el anterior equipo municipal. El actual se plantea la revisión de la misma.
La asociación Apatrigal en su página pide «Deixen a nosa paisaxe tranquila e non metan chatarra innecesaria. Dediquen eses cartos a conservar o patrimonio». El colectivo PX Costa da Morte de «atentado material e inmaterial a un entorno máxico, histórico e natural»