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viernes, marzo 22, 2024

El mundo xacobeo recuerda la Traslatio. Cereixo conserva la escultura más antigua

Rafael Lema

El ceremonial de la Traslatio, desarrollado un año más este jueves en la catedral de Santiago presidido por el arzobispo compostelano y el delegado regio conmemora la traslación de los restos del apóstol Santiago el Mayor desde Palestina a Galicia. Es una fecha que en la Costa da Morte se sigue recordando en Santiago de Traba de Laxe, donde es fiesta local, y también era objeto de ceremonia religiosa en Cereixo-Vimianzo.

En el pórtico sur de la iglesia románica de Santiago de Cereixo se puede ver la primera escultura del traslado del cuerpo de Santiago a Galicia. Se trata del icono jacobeo más famoso de la Vía Céltica, un camino de peregrinación que acaba de ser reconocido por el Arzobispado y que atravesando la Terra de Xallas desde Portomouro llega por un ramal a la ría de Camariñas y Muxía y por otro a a los puertos de Bergantiños.

La tradición medieval de comercio marino de los puertos situados entre Malpica y Muxía, pertenecientes a la antigua provincia de Santiago, implica la posibilidad de la llegada de peregrinos por mar a Santiago desde esta costa. La imagen de la barca de la puebla y puerto de Cereixo es un reflejo de la tradición marina de una ría que además de iglesias románicas conserva el puente medieval de Ponte do Porto y la Calzada de As Barrosas, tramo del camino real a Santiago aún visible en el románico de la ría de Camariñas, en donde además del influjo compostelano destaca precisamente el taller cántabro de la puerta sur de Cereixo, que aporta una suerte de motivos únicos dentro de este estilo en Galicia. términos, por ser ya comunes en los estudios estilísticos, pero si aclararlos.

En Cereixo aparece la mano de dos maestros distintos. El primero, vinculado a los talleres de la catedral compostelana, especialmente al de Platerías, había trabajado en Xaviña y Leis a finales del XII. Interviene en la construcción y decoración del ábside, arco triunfal y capiteles.

El segundo taller de Cereixo levanta la puerta sur (translatio) y la puerta oeste hacia el año 1200. Es el llamado maestro de la puerta sur de san Julián de Moraime. Este taller realiza también la puerta oeste de Santa Leocadia de Frixe y guarda vínculos temáticos con Santa María de Cambre. Un grupo llegado de la Trasmiera cántabra, el más esotérico del románico español, dejando preciosas muestras de su oficio en Santander, Burgos, Palencia. Todos estos templos de nuestra comarca, como el de Cambre y tantos otros de la provincia, apadrinados por las nobles de la casa de Traba, fomentadoras del monacato gallego, al que dieron grandes abadesas.

La famosa puerta sur de Cereixo nos aporta la primera referencia escultórica de la traslación de los restos del apóstol, como ya aparecía narrada en los primitivos manuscritos de la Historia Compostelana. Un motivo iconográfico previamente reflejado en una moneda de Fernando II (1157-1188) de la necrópolis de Adro Vello (O Grove). En su reverso, en una embarcación dotada de mástil, dos discípulos traen la cabeza yacente del decapitado Santiago.

El románico español sólo cuenta con dos capiteles románicos con el tema, en Tudela y Lérida. En Cereixo se esculpió una embarcación de tingladillo, de tablas curvadas en la proa y la popa, sin mástil, sobre un mar de olas onduladas. Además tenemos en el icono la primera referencia a la leyenda de los siete varones apostólicos ordenados por s. Pedro y s. Pablo en Roma y enviados a España. Dos figuras ocupan las claves de las arquivoltas de la portada, un ángel turiferario y un abad-obispo. Ferrín cree que en este caso se representa la escena de la inventio, el descubrimiento del cuerpo del apóstol en Compostela por el obispo Teodomiro, tras el 830, en un alarde estelar. Un tiempo lleno de incidencias astrales, según los anales chinos, con un cometa anunciando en el 837 la muerte del rey Luis el Benigno.

Este tímpano excepcional en el románico gallego oculta otra serie de motivos muy interesantes presentes en la puerta, escasamente tratados más que como formas ornamentales, algo que espero corregir en esta ocasión y por vez primera. Y, por supuesto, unidos al mismo mensaje que el mismo autor nos legó en Moraime. En primer lugar, las columnas se apoyan en basas áticas de plintos circulares, con podios decorados con arcos de medio punto entrelazados (izquierda) y círculos secantes (derecha). El primer motivo lo vemos en el plinto de una basa del presbiterio de Xaviña. El último es característico de este taller activo en la ría de Camariñas, como en una basa y en los cimacios de los capiteles de la puerta meridional de Moraime. 

Los capiteles son vegetales, con dos órdenes de hojas decoradas con incisiones y rebajes, con bolas en los extremos. Unas caras humanas asoman entre el follaje en los ángulos de la cesta. En un capitel de la puerta sur de Moraime varias figuras humanas surgen en los vértices, rodeadas de animales. Los cimacios se decoran con motivos vegetales geometrizados. En el izquierdo vemos palmetas anilladas. Como en los cimacios de de la portada meridional de Moraime, en el cimacio derecho de la puerta sur del mismo templo y en los del arco triunfal de Ozón. Motivo de gran difusión en el románico gallego, sobre todo por la influencia del taller de Platerías. En el derecho, flores hexapétalas en círculos, a modo de rosetas. Los motivos vegetales simbolizan la vid (vino, sangre), que unidas a las bolas (pan) nos invitan al banquete pascual.

El tímpano se rodea con dos arquivoltas de medio punto. En la menor aparecen pequeñas flores cuatripétalas, como en la rosca del arco de la otra puerta o la arquivolta menor de la puerta meridional de Moraime, con rosetas distribuidas del mismo modo. El arco mayor se cubre con una decoración de circos secantes, al igual que las basas. Motivo presente en los cimacios del lado izquierdo de la puerta sur de Moraime. A paño con el paramento del muro aparece en Cereixo un tornalluvias con decoración de billetes en damero. Los círculos secantes, las pequeñas flores, simbolizan la vid, la sangre de Cristo. La arquivolta presenta otro motivo característico de las iglesias jacobeas, el taqueado jaqués, el ajedrezado del que ya traté en otros artículos y bien presente en esta ría y en la Vía Céltica.

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