//Manuel Sambade//
Alberto Blanco Rodríguez, exalcalde de Muxía en tiempos del naufragio del Prestige, defiende la actuación de las autoridades ante una tragedia “fronte á que non tíñamos nin protocolo de actuación nin porto refuxio”.
Alberto Blanco realiza estas valoraciones con la perspectiva que dan los años y las vicisitudes que por aquel entonces tuvo que pasar al frente del consistorio de Muxía, municipio que pasó de tener playas conocidas por su pureza y transparencia, caso de las de Coido, Lourido y Nemiña, a ser imagen viva de la crudeza de olas de espeso y crudo hidrocarburo que impactaron a nivel mundial e hicieron que por aquellos lares se personasen cabezas regias como la del actual Rey Emérito Juan Carlos I, el presidente de la Xunta, Manuel Fraga Iribarne y el que a posteriori sería presidente de España, y era entonces ministro del Interior y vicepresidente del Gobierno de José María Aznar, Mariano Rajoy.
Una Muxía convertida en el zona cero de la catástrofe medioambiental tras el vertido del petrolero Prestige, que tiñó de negro chapapote sus costas. Blanco cree que, dadas las circunstancias que se dieron, “alonxar o barco da costa foi o mellor que se puido facer”. Considera que ahora, afortunadamente, se cuenta “cun porto refuxio”, pero que, hace 17 años, “fíxose o que se tiña que facer, porque non houbo outro remedio”.
Alivio inicial, protestas posteriores
“Non se pode describir o alivio tan grande que sentimos todos os que estábamos alí de tódalas forzas políticas (cuando alejaron al barco de las inmediaciones de la Costa da Morte) inda que logo Beiras (Xosé Manuel Beiras, exlíder del BNG) e, en menor medida os do PSOE, sumáronse ao apoio de ‘Nunca Máis’ como se o que aconteceu fose algo que fose promovido polo Goberno central, o autonómico o algún municipio”.
Lamenta el exregidor popular que se politizase e intentase buscar culpables y réditos políticos de una desgracia que, como hombre de una localidad tan vinculada al mar como Muxía, describe como “un tráxico accidente que o barco naufragase á altura de Muxía, pero esa é a triste realidade dun afundimento e do vertido que a posteriori se deu”.
Puerto refugio para el Prestige: de oca a oca y tiro porque me toca
Al respecto del alejamiento de la nave hacia alta mar, que a posteriori ayudó a expandir el vertido por una superficie más amplia, reafirma que era la mejor que se podía haber hecho en aquellas circunstancias de cara a realizar un trasvase del crudo a otra nave (operación imposible en aguas de menor calado dadas las dimensiones de la nave) y poder así eliminar el peligro de un eventual hundimiento y el posterior vertido.
“Intentaron levalo a Portugal e os portugueses o impediron. Intentaron levalo á Coruña, e tres cuartos do mesmo…. Naquel momento nadie quería responsabilizarse do barco e pasou o que pasou, porque logo de que pasa o que pasa, todo o mundo é un experto e sabe que e como facer as cousas… pero a posteriori, e o que fai falta é facelas a priori”.
Ría de Cee-Corcubión o Ría de Muxía-Camariñas, alternativas inviables
Unas de las opciones que en aquellos momentos se barajaron como solución al continuo vaivén marítimo del petrolero, y a su más que evidente deterioro con el paso de los días, fue la de llevarlo a calas más protegidas como la de Cee, y embarrancarlo allí para evitar que el presumible vertido se expandiera a una superficie menor, rodeando su perímetro con balizas que impidiesen la salida a alta mar del crudo. Otra de las opciones, como indica Blanco que le sugirió Xosé Manuel Beiras, fue la de llevarlo a la ría de Muxía-Camariñas y realizar allí las labores de refugio y trasvase del combustible que el Prestige portaba.
“A realidade”, aclara el exregidor de Muxía, “é que o que é posible é posible, e o resto é falar por falar, porque nin a Ría de Cee ten o calado suficiente nin a de Muxía-Camariñas o ten”. Además, y como vecino y regidor de la localidad, no cree que tal opción hubiera hecho más que arruinar los caladeros de pesca y marisqueo de la zona porque con olas de 10 y 12 metros “non poderían facer nada as boias fronte ao vertido”. A modo de ejemplo señala el hecho de que en la desembocadura del río Castro, en Lires, “e estamos falando dunha ría, non aguantaron. O mesmo pasou co río en Leis, que tampouco aguantaron”.
Politizar una tragedia que afectó a todos
Frente a las críticas al respecto de la gestión de la tragedia marítima surgidas desde los partidos opositores y de colectivos como “Nunca Máis”, el exresponsable popular incide en que son erróneas de todo punto y que, en vez de obedecer a un análisis imparcial de la realidad de los hechos, subyace en ellas un punto de vista partidista que no valora en toda su justa medida los esfuerzos hechos antes, durante y después del hundimiento del Prestige por parte del Gobierno Central, que era el que tripulaba las operaciones y tenía las competencias al respecto.
Marineros y mariscadores, colectivo preferente de las ayudas
“Fíxose o que mellor se puido, e o de buscar culpables no Goberno daquel entón é un sinsentido, porque calquer Goberno o que intenta é facer o mellor posible para que non pasase nada e, de feito, os dous sectores máis afectados: mariñeiros e mariscadores, foron totalmente atendidos. O Goberno fixo todo o que podía levar a cabo naquel momento histórico e naquelas circunstancias”.
Mar de solidaridad frente a mar de chapapote
Tratando de ver lo bueno dentro del negro horizonte que el Prestige dejó tras de sí, rememora con emoción la enorme ola de voluntariado y de apoyos que tanto Muxía como el resto de la Costa da Morte recibió a nivel mundial y que, pese a haber transcurrido ya casi dos décadas “sigue presente no corazón das xentes desta terra, que non olvidan a axuda e o cariño recibidos de tódals partes do mundo”.
Una solidaridad que evoca comentando al respecto que “despertou unha solidaridade inmensa en España e en todo mundo que amosou a grandeza que o ser humano ten e que se amosa en casos como o noso, onde, dunha traxedia, soubemos sacar o mellor que se puido sacar: xuntos somos sempre máis fortes”.
