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jueves, marzo 28, 2024

El reloj de San Marcos, fabricado por uno de los mejores relojeros de Francia, vuelve a marcar la hora en Corcubión

/Manuel Sambade//

Hace un año, aproximadamente, el reloj del campanario de la iglesia de San Marcos de Corcubión dejó de funcionar y sus agujas se quedaron paradas en las 07:07 horas. Se fabricó en 1911, en los talleres de Odobey, uno de los mejores relojeros de Francia.

Alfredo González, portavoz de la formación política local “Sempre Corcubión” ha sido una de las voces que llevaba tiempo requiriendo su requería su arreglo, considerando que tal hecho perjudicaba a Corcubión a ojos de los peregrinos y visitantes de la villa, pues considera que promovía una imagen “dunha vila parada a imaxe do reloxo”.

Arreglo que, por fin,  ha visto la luz tras haber permanecido en el limbo quién debía costear su reparación: el reloj es patrimonio del Concello pero se halla ubicado en una iglesia y, por tanto, su usufructo corresponde al ente religioso, como así señala el regidor socialista de Corcubión, Lalo Insua. 

Consevación a dos bandas

El alcalde de  Corcubión ha achacado tal tardanza en base a que existía un contrato de servicios con una empresa para que se encargase de su mantenimiento y que tal tarea no se había cumplido satisfactoriamente.

Ahora, por curiosa coincidencia con las pesquisas que este medio estaba llevando a cabo al respecto o porque las casualidades existen, el reloj, elemento destacado del patrimonio municipal, vuelve a marcar las horas en base a un acuerdo que involucra a ambas partes: iglesia y ayuntamiento, en la responsabilidad de darle cuerda y cuidar de que se mantenga en óptimas condiciones. 

Reloj único, valor incalculable    

El instrumento investigado es un reloj fabricado a principios del siglo pasado en los talleres del maestro francés Paul Odobey, uno de los mejores relojeros de Francia y cuya fábrica se halla en Terraillon y Petitjean en Morez (Jura), localidad francesa muy cercana a Suiza. 

La fábrica donde se produjo este reloj pertenecía inicialmente a Paul Odobey, uno de los relojeros más importantes de Francia, hijo de otro relojero histórico francés llamado Louis Delphin Odobey que en 1868 se instaló en Morez, donde creó la sociedad “Odobey-Cadet horlogerie mécanique et électrique monumentale”. Esta empresa pasó a Paul (su hijo mayor), quien en 1908 se la vendió a Lucien Terraillon y su socio Petitjean. Petitjean dejó la empresa antes de 1929.
 

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