//Manuel Sambade// AUDIO EN EL INTERIOR
El Concello de Muxía ha vetado la presencia del stand que el exnarcotraficante pretendía montar durante las próximas fiestas de A Barca para vender camisetas y su libro de memorias titulado “Oubiña toda la verdad, ahora es mi turno” alegando que daña la imagen tanto de la festividad como de la localidad.
Laureano Oubiña, al igual que ya le aconteció en Cambados y Celanova, entre otras localidades, ha visto así negada la posibilidad de promocionar la venta de un libro de memorias en el que afirma haber recogido “toda a verdade da miña vida”. El que fuese un símbolo de una época, los ochenta, y un tiempo en el cual la droga campaba a sus anchas por toda España, niega la mayor de las acusaciones sobre él formuladas: la de narcotraficante, y prefiere denominarse como “transportista” pues asegura no haber hecho otra cosa que “contrabando de tabaco e hachís”.
Asegura que la prohibición de estar presente en un puesto de las fiestas de Muxía se debe a una campaña de persecución orquestada en su contra “polos socioslistos” y reitera su determinación de estar presente en la localidad pese a la prohibición de conatr con un puesto para vender su mercancía. “Eu vou ir a Muxía e hospedareime nun hotel ao que se poden achegar todos aqueles que queiran falar conmigo”. El veto que cree sufrir se limita, según afirma, a Galicia, cosa que no ocurre en el resto de la geografía de España “onde me acollen sen problema. En Galicia somos diferentes”.
Ni santo ni diablo
Oubiña se considera “cabeza de todos os turcos” y comenta que en su desplazamiento a Muxía no va ni como peregrino ni como escritor “eu escribín as miñas memorias, porque escribir non me gusta moito”. “Eu de fariña non entendo nada, eu sei de contrabando de tabaco, hachís, casetes…”. Se muestra enfadado con el perfil que los medios de comunicación han dado de él “porque falaron de min o que lle deu a gana sen coñecerme”.
El peregrinaje de arrepentimiento cree que no vale para nada porque “hai que arrepentirse antes de facer as cousas”. Laureano reconoce que, de poder hacerlo, no habría llevado la vida que ha llevado “porque non merece a pena pasar un día da vida na cárcere, porque non é que che metan a ti na cárcere, e que meten a toda a familia e non merece a pena perder a vida por un puñado de dólares”.
«Inxusticia da lei»
Se siente Oubiña discriminado por parte de la ley y señala que personajes distinguidos de la clase política española han tenido un trato mucho mejor que el que a él se le ha dispensado “porque non existe xustiza igualitaria” y cree que a Rato, Urdangarín u otros se le ha medido con distinto y favorable rasero.
“Algúns grandes narcotraficantes foron presidentes de clubes de fútbol e nunca van a entrar na cárcere”, critica mientras señala que “eu fun un gilipollas que levei hostias por todos os lados”. No cree tampoco en la reinserción carcelaria “pois o que é bo sae malo e o que é malo sae peor” y sentencia que tras las rejas “non reinsertas a nadie”.
Consumo, ejercicio de libertad individual
“Según os entendidos fai máis daño o Trankimazín e o Alprazolan que a propia heroína”, apunta en relación a la dispar penalidad derivada del consumo de drogas legales “que mas dan a caixas e aí non pasa nada”. Su fórmula para acabar con el narcotráfico es similar a su opinión sobre las drogas legales “o narcotráfico terminarase cando legalicen a súa venta”.
Afirma que consumir o no es, por tanto, cuestión de elección y no de penalización “pois o que cada un faga co seu corpo é cuestión súa e así debería de tratarse: se eres maior de idade tes o dereito a facer coa túa vida o que queiras. Eres libre y “Papá Estado” non é quen para dicirche o que tes que tomar ou non”.
