//Manuel Sambade//
Actualización 18:05: A estas horas hay un foco vivo en las cercanías de la escuela de Mallas
El incendio que ayer se declaró en los alrededores del lugar de Buxán ha quemado más de 140 hectáreas, poniendo en serio peligro a los vecinos de Vigo (Fisterra), donde el fuego llegó a afectar a varias viviendas.
“Foi unha noite de moito medo e de moita tensión, porque onte pensamos que o lume iba arrasar as casas e que o íamos perder todo”, declara uno de los vecinos de la localidad fisterrana de Vigo, zona cero del incendio que ayer arrasó por completo 120 hectáreas de monte y puso en serio riesgo tanto vidas como propiedades al acercarse a menos de tres metros de alguna de las viviendas.
Otro de los afectados apunta que “a noite foi moi tensa”, sobre todo en las viviendas más cercanas a la zona arbolada, que se sitúan a escasos metros del monte y de los árboles, con lo que el destino de unos ha ido unido al de los otros. “Cando o lume colleu forza gracias ao vento non pensamos que nos puidésemos salvar“, señalan con el temor dibujado en unos rostros que revelan los profundos surcos de una larga noche de insomnio.
Larga noche no de piedra sino de humo y fuego. Noche en la que muchos no han podido evadirse del ruido de los rotores de los helicópteros e hidroaviones que, junto con el apoyo de unidades terrestres de Bomberos Forestales, unidades del ejército (UME), Bomberos del parque de Cee y de todo tipo de unidades locales, autonómicas, además de los propios vecinos, lograron contener un incendio que, por escasos centímetros, no se llevó por delante casas y vidas.
Noche de fuego
Tras una larga jornada de ayuda a las tareas de contención y control del incendio, los medios aéreos se retiraron al caer la noche tras haber logrado, junto con los medios terrestres poner coto al incendio y proteger a los habitantes del avance de las llamas.
El fuego se controló, pero los rescoldos siguieron tan vivos que, a eso de la medianoche los vecinos dieron aviso de que un nuevo conato de incendio había estallado en la zona. Por fortuna, la rápida intervención de los vecinos permitió que los medios desplazados de inmediato a la zona pudiesen darlo por extinto alrededor de las dos de la mañana. “Estivemos hasta as dúas e media da mañá pero, gracias a que se deu aviso, viñeron os bomberos e dúas patrullas e, gracias a eles, estamos todos ben”.
Lo importante, señalan los afectados, “é que amainou o vento e non hai lume”. Con todo, la huella de lo acontecido, reciente en el tiempo y más fresca aún entre los afectados del lugar, se palpa visible entre unos vecinos que miran con desconfianza al cielo despejado y soleado con el que hoy ha vuelto a amanecer Fisterra. “O medo foi moi, moi grande e seguimos con ese temor no corpo”, resaltan.
Mano criminal
Aún con el suelo humeante y caliente, Vigo presenta la estampa desoladora y silente de aquellos parajes por donde la huella abrasadora del fuego ha dejado su indeleble estampa. Árboles calcinados hasta las raíces, vegetación carbonizada, vallados convertidos en decorado de una tragedia cinematográfica y un acre e intenso olor que impregna tierra, aire y cuerpos.
Tras el fuego surge la eterna y, hasta ahora, irresoluble pregunta: ¿Quién está detrás de estos incendios? ¿Qué intereses pueden subyacer tras una quema que dejará huellas durante centenares de años y que, lenta pero segura, va dejando los montes de la Costa da Morte convertidos en eriales y pálidos reflejo de los que antaño fue una zona de densa vegetación? Preguntas que quedarán, por el momento, sin respuesta, pero con una certeza clara y diáfana: “foi provocado”, manifiestan sin dudarlo los habitantes de Vigo. “O lume comenzou en dous puntos ao mesmo tempo nun día seco e ventoso. Non foi casualidade. Hai alguén detrás que os iniciou”.
La rabia, caliente como está el ambiente, se manifiesta con peticiones de venganza que son comunes y repetidas hasta el infinito a lo largo y a lo ancho de esta martirizada tierra y que abogan por escarmientos ejemplares y ejemplarizantes. “O que había que facer é queimalos a eles e xa verías como outros non volvían a facelo de novo”, apunta un airado parroquiano que expresa de viva voz la desesperación reinante en una comarca que, año tras año, tiene septiembre marcado en rojo fuego en su particular calendario de actividad pirómana.