En Ponte do Porto fue localizado un álbum centenario con fotos de encajes de Camariñas. Lo tenía Norberto Balsas, coleccionista de libros religiosos y fotos antiguas. Se trata de un trabajo que hacían los puntilleiros locales hace un siglo para enviar a sus clientes, ubicados en el mercado americano: en Buenos Aires, Nueva York y Cuba sobre todo. Los clientes compraban bajo pedido las puntillas numeradas. Precisamente el primer libro editado de encaje gallego fue impreso en Ponte do Porto.
Un álbum recuperado por Carmucha Caamaño de León de la casa Miñones de la misma localidad aportó el más numeroso listado de fotos de picados de encajes antiguos que se conservan, al que se une ahora este nuevo hallazgo, fechado en torno a 1906. Son modelos de antes de la etapa de innovaciones de los años veinte de siglo pasado promovidos por Julio Lastres y Aranaz, con clara influencia de Almagro.
En la nueva colección figuran 50 encajes tradicionales de la ría de Camariñas, algunos que aún se elaboran y otros que por su dificultad no están en el mercado. Hay un modelo típico de Leis y otro llamado «de Balboa» porque era el que pedía este encajero muxián a las «panilleiras» porteñas. En Ponte do Porto llaman «panillo» a los bolillos.
Concepción Rodríguez autora de magníficos labores de casullas, amitos, damascos, ternos en las iglesias locales se encargaba de llevar a Manuel Balboa los trabajos locales a lomos de burro, de hecho en el Titanic iba una labor similar. Los otros son picados, centros de mesa, paños, de las «panilleiras» que tenían la feria porteña como centro de venta el siglo pasado.
Desde mediados del siglo XIX la ría de Camariñas es el mayor centro productor de encaje de España, y los datos apuntan a una llegada por mar en la Edad Moderna. El carácter popular y comercial de las rendas locales, el estilo, nos llevan a la vía flamenca como probable origen. Son nuestras randas, del alemán rand (borde). El comercio nórdico y veneciano con Camariñas está documentado desde la Edad Media. De ser centro importador de puntilla de calidad nos convertimos en productores de picados tradicionales.
Con todo, desde 1880 se produce en Ponte do Porto y Muxía un cambio radical en el negocio, con picados propios, una masiva exportación a América, la aparición de importantes comerciantes, muchos intermediarios medianos, e incluso talleres de producción industrial en Muxía y Ponte do Porto antes de la guerra civil, como «la fábrica», que ocupaba a «panilleiras» porteñas bajo jornal. Los encajeros locales vendían por todo el mundo su marca «Encaje de Galicia«. La competencia levantina y china desde 1920, y la citada guerra acaban con esta edad de oro.
De esta época y de los diseñadores que trabajaban para los puntilleiros de Ponte do Porto proceden el 90 por cien de los actuales picados gallegos conocidos. En las aldeas de la ría aún están cercanos los días de las palilladas. Los grandes nombres de puntilleiros y puntilleiras porteños que coparán gran parte del mercado en la época dorada ya aparecen desde 1880 en actividad, y muchos presentes en el gran mercado americano: Miñones, Mazaeda, Rodríguez, Fernández, Noya, Carballo, Pardiñas, Carril, Suárez. En Muxía: Toba, Balboa, Barros, Currás, Bentín.
En Camariñas aparecen las primeras menciones a tratantes en el XVIII, pero en las tapas de un libro de autos sacramentales y comedias del Siglo de Oro, de 1622 se halló una curiosa pieza de encaje. Lo primeros datos escritos de la presencia de palilleiras y puntilleiras en la Costa da Morte están en una vecinanza de Cee de 1711. El Catastro de Ensenada de 1753 nos aporta un listado del estado de la industria del encaje en esta fecha, cuando empieza su expansión por al costa gallega. Camariñas ocupa la octava posición entre las nueve poblaciones palilleiras de la Costa da Morte.
Corme aparece en primera posición con unas rentas de 7.850 reales y los tratantes más importantes. Le sigue Muxía con 4.350 reales, pero tiene las cifras más altas de puntilleiros (30) y palilleiras (40). En Camariñas hay ya en el Catastro de Ensenada de 1753 referencias al encaje, aunque no tenemos el listado de mujeres que practican.
Los tratantes camariñanos de 1753 son Juan Díaz Porrúa, Roque Fernández, Francisco de Pazos, Domingo de Trava, Andrés Rodríguez. En el siglo XVIII hay en los libros parroquiales de Ponte do Porto citas a palilleiras, compras de encaje, más frecuentes en el siguiente siglo. En 1852 los principales encajeros en Ponte do Porto son Pedro Carballo y Francisco Couto, abad de Toba, residente en Ponte do Porto.
El catastro de 1753 cita a la maestra palilleira Antonia López en Camariñas. En la documentación parroquial cotejada del original tenemos en 1782 el nombre de la primera palilleira porteña con nombre y apellido, Raphaela de Lema en As Barrosas. También compras de encaje del mayordomo parroquial Joseph Canosa en 1782 y 1786.
Desde 1850 en la documentación privada de las familias de Ponte do Porto y Camariñas se citan muchas mujeres con oficio de palilleiras, como mi tatarabuela María Josefa Pazos Castro, la primera palilleira que acreditaba este oficio en su documentación y la primera de la que hay imagen. En 1825 un documento privado de mi familia en Ponte do Porto cita entre las propiedades la «tierra de Liñares». El lino se cultivaba en esta época en Ponte do Porto, Camariñas y aldeas de Muxía (Senande, Ozón).