De los campos de San Salvador al Jockey Club de Buenos Aires. Xosé Manuel Lema.
De la aldea de San Salvador a la inmensa urbe de Buenos Aires. A finales de los años cuarenta, el joven José Antonio Mata(tenía 13 años) llegó al puerto de Buenos Aires con lo puesto y después de un tortuoso viaje en el vapor Tucumán. Ese viernes 11 de marzo de 1949 comenzaba a labrar su sueño. Había dejado en su tierra natal a sus hermanos. Era huérfano y en Argentina le esperaba una tía.”La tía Josefa, la persona más generosa que he conocido” comenta un emocionado José Antonio Mata quien la consideró siempre y quiso como una madre.
En Santa Comba había recibido unas clases particulares pero en el nuevo continente tuvo que gastarse los codos estudiando. La historia de José Antonio es similar a la de muchos gallegos que prosperaron en la diáspora. Llegó a licenciarse en Ciencias Económicas no sin pocos sacrificios, porque había que ganarse la vida. En su hoja de servicios figuran 52 años de servicio en el prestigioso y elitista Jockey Club, fundado en 1882 por Carlos Pellegrini.
De chico de los recados a ser contador de la entidad. “En aquellos tiempos no teníamos calculadoras, había que usar la cabeza” recuerda el señor Mata Mouro, que no olvida las históricas carreras de caballos que concentraban en una jornada a unas 70.000 personas. Fueron años duros donde el trabajo se mezclaba con noches en vela de estudiante. “O la peleaba o acabaría viviendo bajo un puente” comenta ahora disfrutando de un té en una cafetería de Santa Comba.
Pero el día de algunas personas parece que tiene más horas que el de los comunes mortales.Y José Antonio es una persona inquieta que se abrió camino en el campo de las inversiones inmobiliarias. Y en eso todavía anda activo.Dice que lo importante es buscar la rentabilidad y las características de los inmuebles:”Si el edificio es bueno se puede reparar” apunta.
Es la cuarta vez que viaja a Galicia, una tierra que quiere, pero reconoce que la morriña no le afectó como a otras personas, porque se marchó muy joven y en una situación distinta. Aunque siente su origen y en el país austral se relacionó con la colectividad gallega y también volvió para visitar a su familia. Por ejemplo, a su hermana Sara que vive en el lugar natal de San Salvador, y que hace pocos días celebró su 86 cumpleaños rodeada de toda la familia.
Eso sí, José Antonio lamenta que en sus idas y venidas no notara “un gran cambio” en Santa Comba.”Carballo ahora parece una ciudad y Santa Comba casi está como estaba”. También le preocupa el abandono del rural que ejemplifica en San Salvador que “está muriendo. Los hijos están fuera, los padres se murieron y las casas se derrumban”.
Ahora disfruta de su estancia en el Xallas e compañía de su sobrino, el exconcejal y activista cultural xalleiro, Ángel Souto.Porque aunque dicen que uno es de donde pace y no de donde nace, José Antonio, de conversación agradable y carácter abierto, ha vuelto para mirar con sus ojos veteranos, paisajes que disfrutó siendo un niño.