El santuario de la Virxe da Barca de Muxía abrió sus puertas en la mañana del viernes a la prensa tras el fin de los trabajos de restauración de la parte arquitectónica del templo, que hace un año sufrió un colosal incendio que lo dejó sin cubierta. Las arquitectas y los restauradores encargados de realizar el trabajo mostraron a los representantes del Arzobispado de Santiago el fin de las labores y prevén que en unos días, este fin de semana, finalicen los trámites administrativos para la recepción y certificación final de la obra. También e unos días se completará el mobiliario del tempo y sacristía, y los ornamentos de los altares y retablos. La falta del retablo de altar mayor y el inmenso hueco que deja fue el comentario más socorrido entre los primeros curiosos.
En general, tanto los responsables del Arzobispado como el párroco local, Manuel Liñeiro, valoraron el trabajo realizado y la finalización del mismo en un tiempo récord, ya que en abril pasado la archidiócesis de Santiago abrió el concurso para adjudicar las obras de rehabilitación del santuario de Muxía, tras el grave incendio las pasadas navidades. Una vez aprobado el pliego de condiciones económico-administrativas, la institución religiosa compostelana, que gestiona la reforma, abrió un plazo de veinte días naturales para que la empresas interesadas presentaran sus ofertas para este templo dedicado a la Virxe da Barca, el más famoso de la Costa da Morte. El presupuesto de ejecución fue de 757.197,29 euros, incluido el IVA, y el plazo de los trabajos no debían superar los seis meses, efecto cumplido con la entrega definitiva en este acto.
La arquitecta Carmen Iglesias del estudio K2C y el arqueólogo Alberto Santos se encargaron de contestar a las preguntas de la prensa y analizar el trabajo hecho. Carmen Iglesias estima que la rapidez en la intervención se produjo porque «todo el mundo puso todos los medios a su alcance para que fuese posible. Patrimonio puso todos los medios para que se hiciese el proyecto en un plazo muy corto, y estuvimos mes y medio encerradas para hacerlo en tiempo». Indicó que «aun quedan los últimos remates y estuvimos con los responsables del Arzobispado para analizarlos» consistiendo en «unos remates de carpintería» apuntando que en breve se abrirá al público la iglesia aunque las autoridades eclesiásticas no barajan por ahora ninguna misa o acto formal para su apertura en Navidades. Iglesias informó que los trabajos habían consistido «en la limpieza y consolidación del interior, los retablos, la sacristía, en donde ahora estamos terminando con el mobiliario». Indico que «tanto la sacristía como la cubierta hubo que restaurarlas completamente».
«El retablo va a ser lo que la gente va a notar en falta, aunque se colocó el camarín de la virgen, una pequeña urna de madera y la puerta de acceso a la sacristía» informó la técnica. En principio no se contempla nada para sustituirlo, ya que el anterior obra de Miguel de Romay se perdió completamente. «Se aprecian humedades en el techo que pueden tardar mas de un año hasta que vaya filtrando la humedad y la sal, tras lo que se hará el encalado definitivo» indicó Iglesias. La gran cantidad de lluvia recibida en los meses posteriores al incendio propició la entrada de mucha agua dentro de las paredes por lo que indican los técnicos que tardará en eliminarse. Además informó que «También se sustituyeron las grandes lámparas que daban una luz templada y difuminada por una luz mas natural, indirecta, con unos elementos de iluminación que no están a la vista. Los retablos tienen una pátina mas tenue, muy arqueológica, porque no hemos querido forzar ninguna intervención». Se completa con medidas de seguridad y contra incendios.
Cree la arquitecta que «se ha conseguido el objetivo de restablecer al culto el templo y dejarlo en un estado mas parecido al anterior», tras las labores de limpieza y consolidación. Mujeres de Muxia están trabajando en la confección de nuevas ropas para los santos, mantones y faldones de tela y encaje para los altares, ya que todo este material estaba en la sacristía y se perdió.
El restaurador Alberto Santos se encargó de la segunda fase, «la intervención en los elementos muebles y en recuperar lo mas delicado de la iglesia, pero por desgracia no hemos podido recuperar el altar mayor, solo los ángeles de las cuatro pechinas». El restaurador explicó que «los retablos de la parte del crucero tenían problemas serios al ser los mas próximos a la llama, estuvieron cerca de quemarse y de perderse los barnices. Los colores ahora están un poco más apagados.
Los dos retablos de la nave central estaban mejor pero tenían patologías de antes del incendio, daños estructurales como piezas sueltas en peligro de caer». Y recuerda otros peligros, pues «después del incendio vino la lluvia, entró hasta el coro, problemas de hongos y otros incrementaron la patología». Estima que su trabajo es muy agradecido porque «la nuestra es la que se ve mas cerca del pueblo, la mas visible», y a la vez se muestra «sorprendido que haya padecido tantas desgracias el templo, al principio no creímos que sería recuperable, pero hemos podido recuperar algo que parecía imposible». «Estoy en general muy satisfecho del trabajo, se podían ajustar un poco más los tonos, pero hay que verlo desde un punto de vista especial, que se vea que aquí ha pasado algo, tiene que quedar la huella de que aquí ha pasado algo, que forma parte de la historia del santuario» opina el técnico. Por eso indica que «algunas cicatrices tienen todos los elementos, para que se vea perfectamente que pasó en el santuario». Sobre la falta del retablo mayor cree que se debe pensar en «Hacer un presupuesto y que lo saquen, pero tampoco es necesario algo similar al anterior, el mobiliario siempre es la parte cambiante en estos edificios».