Entrevista a Fátima García, psicóloga y coach experta en inteligencia emocional.
Milagros Lara
Fátima García y su proyecto Aprendedores acompañan a las personas en su desarrollo personal y profesional. Utiliza el coaching como herramienta para ayudar a los padres a desarrollar sus propias competencias emocionales y cambiar la forma de comunicarse con sus hijos.
P-Usted tiene una dilatada experiencia en el ámbito de la inteligencia emocional. Ha participado en congresos sobre la materia, ha publicado libros, imparte talleres para empresarios, niños o padres… Pero no todos tenemos claro su significado ¿puede decirme en una frase qué es la inteligencia emocional?
R-Daniel Goleman dice que “la inteligencia emocional consiste en conocer nuestras propias emociones, gestionarlas eficazmente, motivarnos a nosotros mismos, reconocer las emociones en los demás y establecer relaciones positivas con otras personas.”
Una persona es inteligente emocionalmente cuando es capaz de identificar sus propias emociones (ponerles nombre, ser consciente de los cambios fisiológicos que siente en su cuerpo, dónde la siente y cómo…), es capaz de regular sus emociones (y no hablo de reprimir las emociones), posee una adecuada autoestima, actitud positiva, es capaz de tomar decisiones adecuadas, tiene valores que dan sentido a su vida y posee una buenas habilidades sociales (sabe escuchar, es asertiva, posee una comunicación empática).
P- ¿Por qué es necesario hoy su aprendizaje? ¿Necesitamos ayuda para desarrollar adecuadamente estas capacidades?
R- Nunca nos han enseñado a identificar y a gestionar nuestras emociones. Las emociones están ahí desde que nacemos y no les prestamos la suficiente atención. Somos razón, emoción e instinto. Al igual que educamos la parte racional en nuestros hijos y nos preocupamos de satisfacer sus necesidades básicas, tenemos que prestar también atención a la parte emocional. De esta forma les educaremos de una manera integral.
La educación emocional nos proporciona un mayor bienestar personal y social. Mayor conocimiento de nuestras emociones, herramientas para gestionarlas, aumenta la autoestima, mejora el aprendizaje, la resolución de conflictos y herramientas para relacionarnos mejor con las personas que nos rodean.
Hay una frase que me gusta mucho de Gandhi: “La verdadera educación consiste en sacar a la luz lo mejor de cada persona”. Para mí la educación emocional es precisamente esto, acompañar a las personas en el desarrollo de las competencias emocionales para sacar lo mejor de cada una.
P- Sin embargo pocos aceptan que no sabemos gestionar nuestras emociones…
R- No somos conscientes de la importancia que tienen las emociones en nuestras vidas. Las emociones afectan a nuestro aprendizaje, a nuestra memoria, en la toma de decisiones, nos dan información de que lo que es importante para nosotros, motivan nuestras conductas y afectan a nuestra salud.
Un ejemplo. Actualmente, entre otras actividades estoy impartiendo talleres de inteligencia emocional y coaching para enfermos de fibromialgia en la Asociación de Fibromialgia de Ferrol. Les ayuda a afrontar la enfermedad, a gestionar sus emociones, aumentar su autoestima y su sensación de bienestar.
P- Aunque usted trabaja más ámbitos de la inteligencia emocional, desde hace unos años se ha centrado en el sector infantil, un campo en el que usted fue pionera en Galicia ¿qué detectó en la sociedad para considerar necesario formar emocionalmente a los niños?
R-Mi carrera profesional se desarrolló durante más de diez años en el ámbito de los recursos humanos, como manager de recursos humanos, concretamente en las áreas de selección, formación y desarrollo. En el ámbito de la empresa impartíamos formación y realizábamos procesos de desarrollo para ayudar a las personas de la organización a mejorar sus habilidades sociales, la escucha, la asertividad, a tomar decisiones, a gestionar a sus equipos…
En este contexto me di cuenta de la necesidad de desarrollar estas competencias desde la niñez, en lugar de hacerlo cuando ya están inmersos en el mundo laboral.
P-Y empezó a enfocar su conocimiento hacia la inteligencia emocional destinada específicamente a los niños lo que desembocó en programas formativos
R-Sí, después de numerosas experiencias de programas específicamente infantiles fuera del ámbito escolar, este es el segundo año que estamos llevando a cabo un programa de inteligencia emocional en el colegio Discípulas de Jesús Maestro en Ferrol. Este curso hemos dado un pasito más ya que el programa incluye talleres para padres y para profesores.
Los resultados están siendo muy positivos. Los padres tras los talleres son más conscientes de la importancia de la educación emocional. Se llevan herramientas para enseñar a sus hijos y para crecer ellos mismos.
P- Y el ámbito familiar ¿dónde queda? ¿Padres desbordados o padres que no saben gestionar sus emociones?
R-Los padres somos modelos para nuestros hijos. Ellos aprenderán de nosotros, por observación e imitación de nuestras conductas y de nuestras competencias emocionales. No podremos enseñarles algo que nosotros no sabemos. No podremos enseñarles a gestionar sus emociones, a dar una salida adecuada al enfado o a la tristeza, si nosotros no somos capaces de hacerlo. No podemos pretender que aprendan a escuchar si nosotros no los escuchamos con verdadera atención o a expresar lo que quieren, lo que sienten, si nosotros no enseñamos con nuestro ejemplo una comunicación asertiva y empática.
La educación emocional empieza por los adultos, tenemos que dotarnos de habilidades y herramientas para después enseñárselas a los niños.
P- De ahí que sus talleres incorporen a los padres en los programas de inteligencia emocional para niños. Para finalizar, dígame tres motivos por los que yo debería acudir a uno de sus talleres de inteligencia emocional.
R-Para mí serían nuevos aprendizajes, curiosidad y desarrollo personal. Sin embargo, le voy a responder lo que suelen decir los participantes. Al terminar los talleres siempre pregunto ¿qué has aprendido?, ¿qué te llevas?, y suelen responder:
– Aprendizaje de técnicas para gestionar determinadas emociones y enseñárselas a nuestros hijos.
– Autoconocimiento
– Ser más consciente de nuestra forma de comunicarnos y relacionarnos con los demás. Mejorar nuestra forma de comunicarnos con nuestros hijos.
– Herramientas
