“El candidato ganador”· Llegamos al cuarto episodio que es el más extenso y de los más interesantes. Lo vamos a dividir en dos parte para una lectura más amena. Recuerda que por poco más de 5 euros puedes conseguir el ejemplar encuadernado en Tapa blanda desde Amazon. Lo cierto es que los episodios publicados ha tenido una estupenda acogida. Quizás el la proximidad de las elecciones municipales del 28 de mayo de 2023, hayan ayudado. Vamos al grano!!!
En el capítulo anterior
Sobre las campañas electorales
Me viene a la mente un empresario-candidato que no escatimó recursos económicos para su campaña, pero el día del recuento se pegó de bruces con la realidad. Cantidades ingentes de dinero para una siembra de votos insuficientes.
A estas alturas ya te has marcado tu objetivo, y es por el que vas a luchar. Todo el trabajo que has hecho no ha sido en balde, y al contrario de lo que se creen muchos políticos, el partido no se disputa los quince días de campaña, se lleva jugando durante meses. Ahora viene el empujón definitivo en el que si lo haces mal te resentirás en tus resultados, y si lo haces bien podrás mejorar.
Pero no esperes que en quince días hagas ningún milagro. Sobre las campañas electorales, el abogado, politólogo y sociólogo Kotska Fernández me confesó un día en una entrevista en un programa radiofónico: “Las campañas electorales son importantes pero no determinantes para orientar el voto, aunque sí lo son para movilizar el electorado”.
En aquella ocasión, Kotska Fernández también reflexionó sobre el fenómeno de las campañas de perfil bajo, estrategias de partidos que “optan por no hacer mucho ruido para no despertar el electorado y que las cosas queden más o menos como están”. A mí me parece un juego peligroso apostar por reducir las marchas en campaña, pero dejamos constar aquí esta posibilidad.
En uno de sus libros, el profesor de comunicación electoral de la Universidad de Vigo, José Rúas, apunta en la misma dirección: “No está claro que una buena campaña nos haga ganar unas elecciones, lo que sí está claro es que una mala campaña nos ayudará a perderlas”.
El mensaje
La comunicación política ha dado para auténticos estudios, grandes obras y especialistas a los que podrás seguir si te interesa. Pero en este ebook mi objetivo es darte consejos básicos y claves prácticas, que te sirvan para la carrera electoral, y que al final de todo me puedas enviar un correo electrónico diciéndome que has tenido una experiencia positiva.
El candidato vencedor tiene que tener las cosas claras. Trataremos de insistir en varias ideas fuerza. Las principales apuestas o compromisos de nuestro programa. Pocas ideas pero bien masticadas.
Aportarás soluciones a las cosas que interesan a tus posibles votantes. Evidentemente, en esta ensalada de conceptos tú ideología es importante, pero bien sabes que el tomate se puede disimular debajo de la lechuga sin quitarlo de la fuente. Tu ideología y tu partido tienen que ser un apoyo no un lastre. Si en algún momento te puede perjudicar pero has decidido seguir bajo su paraguas. No hace falta que reniegues, pero puedes desviar el foco de las siglas.
Hay que conocer las limitaciones del candidato y la imagen que se tiene de el en su entorno. No es normal que un candidato que odia el fútbol se ponga en la grada a fingir ser un apasionado seguidor. Ni salir en los mítines citando a grandes escritores cuando todo el mundo sabe que apenas ha cogido media docena de libros entre sus manos.
No se puede intentar tomar el pelo al posible votante. Si lo detecta te castigará. Optaremos por la prudencia y la humildad. Se puede maquillar, dar retoques pero no cambiar la imagen radicalmente. Al principio ya te miraste al espejo, por lo tanto, prueba superada.
Hay que acercarse lo más posible a la gente y nuestras palabras tienen que ayudarnos. Escucha mucho y presta atención. Decía un viejo amigo que si nacimos con dos orejas y una boca, es porque alguien pensó (Dios quizá) que deberíamos de escuchar el doble de lo que hablamos.
En las intervenciones públicas, hay que optar por frases cortas, sencillas y familiares. Huir de cultismos que puedan alejarnos de nuestros objetivos. Usaremos, en la medida de lo posibles, verbos activos, evitando complicaciones al hablar con discursos amenos y que se adapten a las características del auditorio.
Hay una leyenda urbana sobre un candidato que en un mitin en una zona de interior, en un alto grado de apasionamiento llegó a prometer un paseo marítimo para la aldea.
Un asistente reprochó – Señor, pero si no tenemos mar-
Y el político ni corto ni perezoso contestó –Pues traeremos el mar-
Es muy importante saber para quien se va a hablar, hacer un estudio de campo previo, y sobre todo analizar lo que dijo la competencia si es que pasó algún candidato por allí. No hay ponerse nervioso con las críticas, o con cualquier reproche que te hagan en un mitin o a pie de calle. Eres político y estás vacunado contra estos comentarios.
Soy partidario de que el discurso se pronuncie mejor de memoria, con unas notas y una estructura de apoyo, pero mirando al público, mejor que leer un papel.
Aunque antes de correr el riesgo de hacer el ridículo, opta por llevar un papel redactado previamente. Insisto, si no te queda más remedio. Vamos a poner el acento en nuestras fortalezas y dinamitar al rival poniendo en relieve sus debilidades. Sin agresividades ni faltas de educación, pero atacando debidamente su terreno.
El mensaje tiene que ser personal e intransferible para nuestro candidato. Si vale para otros, es posible que falle el asesor. No puede ser un libro que va de mano en mano, y aunque puede haber bases comunes, cada candidato tiene que tener su propio repertorio.
El mensaje tiene que tener agilidad, despertar sensaciones, tener momentos donde hacer un gesto concreto o un énfasis para provocar aplausos.
“Timing”
Aquí está otra de las claves para la campaña y si me permites para toda la vida. El “timing” es según el gran Napolitan “algo difícil de acertar y a menudo instintivo”. Administrar los tiempos y las reacciones marcarán nuestro éxito, y aunque coincido en que tiene mucho de instintivo, es algo como la llamada inspiración, que cuanto más te preparas y más trabajas, más se encienden las luces de la creatividad.
Establezcamos una regla general. Si eres un candidato desconocido, hay que comenzar con antelación, si eres muy conocido lo puedes llevar con más calma. Personalmente estimo ideal un trabajo conjunto de entre seis meses y un año. Si eres muy conocido no te hará falta tanto tiempo.
La medición de los tiempos es algo muy relevante. Por ejemplo, tu candidato rival ha empezado a atacarte en los medios de comunicación. ¿Estás pensando en el contrataque? No hay nada que nos ofrezca una respuesta genérica. Analiza la situación. ¿Nos puede beneficiar subir al ring y empezar a puñetazos verbales (por supuesto) con nuestro adversario? Depende.
A veces es aconsejable dejar que repitan varias veces sus acusaciones y que se vayan desesperando en el intento. Si lo que queremos es protagonismo y somos aspirantes y quién nos ataca es el gobernante, puede ser interesante ese “mano a mano”.
Es bueno aclarar las acusaciones infundadas y que pueden dañar nuestra imagen, pero tampoco no puedes estar toda la campaña a la defensiva, respondiendo a ataques. Tú eres un candidato con iniciativa, que se presenta para proponer soluciones a los problemas.
Tu situación, el tema que se debate, el momento de la campaña, y otros factores. Hay que tener en cuenta cada factor antes de optar por el silencio o reaccionar, pero eso sí, una vez puestos a dar explicaciones las damos, y al defendernos, si es posible, dejamos el balón en el tejado del otro candidato, y así cogemos la posición de ataque.
La importancia de un buen discurso
El candidato debe de centrarse en el contacto directo con el ciudadano y no perder su valioso tiempo en la sombra de un despacho redactando un discurso. Eso sí, debe participar en la redacción del mismo, porque no queremos el mejor discurso del mundo, necesitamos el mejor discurso para nuestro candidato. Que es distinto.
Esto lo tenemos que tener muy claro. Es fundamental que el asesor se meta en la piel del candidato, y este siga de cerca la elaboración. Aunque su sitio está en la calle, con el votante, no en el pupitre.
Lo que tampoco se puede hacer es el famoso tijeretazo, porque un buen discurso tiene su compás, su propia melodía interna y su ritmo. Mi consejo es que lo supervises y poco más. Si te gusta como está, no lo cambies, no te hagas el listo y destroces un trabajo seguramente estupendo. Solo por demostrar que tienes algo que rectificar. Te estás perjudicando a ti mismo. Es posible destruir un buen discurso cambiando solo un par de frases. Te lo aseguro.
Prepara tus intervenciones. Sin prisas. Un buen recurso es hablar delante de un espejo o ante alguna persona de máxima confianza. También hay un ejercicio muy efectivo. Pronuncia el discurso en voz alta y grábalo. Después escúchalo con atención, y ya verás cómo sacas resultados óptimos. Por un lado el discurso te quedará mejor, y con la audición corregirás algunos errores. Y todo lo que se sea mejoras es estupendo.