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viernes, marzo 22, 2024

Las barcas de piedra galaicas emergen del olvido

La aparición de grabados de posibles barcas prehistóricas en petroglifos gallegos sigue siendo fuente de controversia, aunque algunos casos ya son citados en importantes estudios sobre los orígenes de la navegación continental. En este artículo queremos centrar el tema y apoyar a los entusiastas descubridores de «pedras pintadas».

El colectivo compostelano A Rula acaba de dar a conocer un nuevo icono náutico, una de esas legendarias barcas de piedra galaicas, en Ameixenda-Cee. Se suman a las halladas en el norte de Portugal o en la península de O Morrazo. Las barcas de piedra, naves solares, los navegantes ancestrales forman parte de la mitología galaica.

Es célebre el santuario de A Barca de Muxía; conocidas las leyendas incorporadas al fenómeno jacobeo, a san Andrés de Teixido, las piedras banadoiras. Galicia es rica en petroglifos, bien del Bronce bien del Hierro, con un amplio espectro iconográfico, pero no son muchos los motivos que hablen de una navegación prehistórica que como veremos tuvo épocas de cierta intensidad.

La datación de este pequeño conjunto de barcas de piedra no es precisa, con la posibilidad en algún caso de haber sido una manipulación posterior de época histórica. Con todo y basándonos en otras investigaciones europeas consideramos trascendentes estas nuevas noticias. Lo que es evidente es que en la época de estas barcas de piedra en Galicia había navegación y redes marinas de intercambio material y humano.

Rafael Lema, autor del reportaje

Desde A Rula comunicaron la aparición del petroglifo de Laxe da Fontefría en Ameixenda. Localizaron tres superficies con posibles grabados.

La primera es una pequeña superficie estrecha y alargada con los tipos de mayor interés, donde aparece la posible barca de piedra. «Na súa superficie conserva unha cruz grega feita cun suco con perfil en V de arestas vivas, que evidencia a súa feitura con útil metálico e, polo tanto, a súa cronoloxía histórica. Inmediatos ao suroeste da cruz observamos varios sucos de características moi diferentes» analizan.

Aunque conocemos muchas cruces prehistóricas en otros yacimientos. «Son sucos con perfil en U moi aberta e pouca profundidade, características que evidencian a súa antigüidade e a técnica de elaboración con instrumentos líticos. O suco ten unha anchura duns 2.5-3 cm, e 3-4 mm de profundidade nas zonas máis marcadas» según los investigadores.

«No momento da descuberta semellaba o casco dun barco…Logo de analizar os resultados da reconstrución fotogramétrica e a fotografía con luz artificial puidemos identificar a figura barquiforme, de feitura moi esquemática, pero no que podemos identificar algúns dos elementos que a conforman, como son un casco curvo, un só mastro e unha vela» prosigue el estudio e indica: «Oriéntase cara o cabo de Fisterra, ainda que a posible proa estaría mirando cara o nordés. O lado dereito da figura está incompleto, posiblemente debido a erosión, o que fai dubidar sobre se o deseño orixinal incluíse outra vela simétrica a do lado oposto ou non. No lado contrario da cruz consérvase un conxunto compacto de forma triangular de pequenas coviñas que están parcialmente rodeadas por un suco».

Por otra parte, otro investigador gallego, Antonio Costa, habla de la representación de un barco prehistórico en A Quenlla dos Carballos. «Neste santuario rupestre recentemente descuberto no concello de A Estrada apareceron varios petróglifos da Idade do Bronce, entre eles unha representación dun barco prehistórico, acompañado dunha inscrición romana adicada á deusa da Lúa». Si la barca de Ameixenda se alinea hacia el mítico Finisterre, en este caso apunta al Pico Sacro.

Antonio Costa recuerda otros hallazgos producidos en el Morrazo. Y ahí está su contribución: «cos primeiros xacementos Neolíticos o aire libre, as primeiras cerámicas cardiales, os primeiros xacementos calcolíticos en altura, a primeira cerámica campaniforme con decoración cordada, as primeiras fosas abertas no xabre da Idade do Bronce, os primeiros petróglifos con representación de armas». Y posibles barcas solares galaicas. Por ejemplo cuatro posibles naves en el laberinto de Mogor-Marín. Y siete casos en piedras de O Morrrazo.

MILENARIOS BARCOS DE PIEDRA

En la Bretaña francesa encontramos los rasgos más antiguos de navegación en los grabados de embarcaciones de proa y popa elevadas con 4 o 5 remeros de los ortostatos del dolmen de Mané Lud (Morbiham). Otros motivos de la tumba se suelen interpretar como cuernos y no naves. Semejanzas con el megalito bretón de cinco mil años guardan los grabados de Borna en la ría de Vigo, que podrían ser neolíticos, pero la adscripción de sus formas a embarcaciones no convence a la comunidad científica. En el caso galaico, vemos figuras astadas como los signos bretones, otras con forma de nave solar sobre la que navega una cruz (¿vela, navegante?). Un recipiente o gran nave con cruces y barcas en su interior. Por eso es tan importante seguir localizando este tipo de iconos en nuestra región, contrastarlos y poder datarlos fiablemente.

El mayor conjunto de grabados rupestres con motivos náuticos se ubica en los países nórdicos, dueños de otra milenaria tradición propia que derivará en las proezas de los vikingos y nace en el décimo milenio a. C. Se encontraron en Escandinavia 75.000 representaciones de navíos en 500 yacimientos de la Edad del Bronce.

Sí, esa es la cifra, no un error de escribano. Sólo en el sitio arqueológico sueco de Bohuslan podemos ver 10.000 barcos individuales. Además, en 800 bronces decorados de entorno al 1500 a. C. se identificaron 420 imágenes de barcos, o fueron piezas modeladas con forma de naves. En estos casos la datación es más fiable que en las rocas, de ahí su gran valor. Los investigadores aprecian largas canoas con numerosos palistas, como la barca de Rorby, de 34 remeros y una eslora estimada de 15 metros. En algunas muestras vemos escenas de caza embarcada o pesca.

HALLAZGOS DE PECIOS MILENARIOS

En Irlanda contamos con dos piraguas datadas entre 3.700-3.400 a. C., en Lough Larne (Antrim) y un grupo más numeroso del segundo y primer milenios a. C. A ellas unimos las barcas de cuero mencionadas por las fuentes en el primer milenio a. C. En Lough Corrib (Galway) se halló una gran cantidad de pecios prehistóricos, entre ellos una magnífica piragua fechada en el 2.500 a. C.

Del comienzo del Segundo Milenio a. C. aparecen en esteros ingleses barcos de tablas cosidas con mimbres de tejo, rígidos, de fondo plano. Son siete en total, hallados en Ferriby, Kilnsey, Dover, Southampton, Caldicot. Según Barry Cunliffe, «las barcas de tablas cosidas gobernadas por marinos experimentados, en definitiva, tenían la capacidad de navegar en torno a las costas británicas y entre Gran Bretaña y el continente».

El historiador inglés considera muy posible que este tipo de barcas contase con una pequeña vela auxiliar, colocada por delante del punto central de la embarcación. Estos intrépidos navegantes estarían en la cumbre de las élites sociales de sus pueblos y basaban su poder en el mantenimiento del flujo de bienes exóticos como el cobre, estaño, oro, ámbar, azabache.

En el Mediterráneo, las grandes civilizaciones de navegantes que durante varios milenios habían ido desarrollando e intercambiando sus avances náuticos, creando grandes naves de guerra o comercio, empezaron a lanzarse a las rutas del lejano occidente, a partir del 1200 a. C. Los fenicios, por ejemplo, tenían a las costas gallegas como el punto más extremo de sus navegaciones, su finisterre, aunque eran conocedores de los otros pueblos del mar Celta con los que comerciaban.

«Los navíos locales, de tradición atlántica, cuyos restos se han conservado bajo las aguas británicas, así como los representados en los petroglifos nórdicos o en los enigmáticos grabados del oeste de la península Ibérica y Bretaña, parecen embarcaciones largas y estrechas, de 12 metros de calado, como mínimo, y propulsadas por varias parejas de palistas».

La cita es también de Cunliffe y su impagable libro «Océano», para que no me acusen de heterodoxo. Apropiadas para visitas ceremoniales, peregrinaciones, incursiones de saqueo, pero no tanto como transporte de mercancías. A su lado coexistían las piraguas, apropiadas para ríos, lagos, rías, estuarios; que podían unirse a modo de catamaranes polinesios. O las barcas de pieles, antecedentes de otros modelos gaélicos de época histórica, «eficaces en alta mar y con una manga amplia para incrementar su estabilidad» (Cunliffe).

Actividad del colectivo A RULA-FACEBOOK

Y es que en el período que estudiamos ya existían redes marítimas y tradiciones náuticas en el arco atlántico, con epicentro en la costa galaica y lusa. La tradición nórdica y la británica eran locales. La tercera era la red del muy estudiado Campaniforme Marítimo, que desde Iberia alcanzaba las costas marroquíes por el sur, y por el norte Bretaña o las Islas Británicas. Asimismo esta cultura se internaba en el Mediterráneo, el interior del continente.

Por desgracia desconocemos las embarcaciones usadas en nuestra península, y tan sólo contamos con el incipiente estudio de nuestro impresionante patrimonio rupestre galaico. Este fenómeno nace en el estuario del Tajo sobre el 2.800 a. C. y une buena parte de la Europa occidental y central en una red de movilidad material y humana. Ahí están los estudios de F. Nicholas, R. J. Harrison, A. Gilman; para que no me tachen de «jallejista irredento».

Galicia, el estero del Tajo, la Bretaña francesa y las costas del este de Irlanda y Gran Bretaña eran áreas de poblamiento campaniforme intenso. Armas, cerámica de procedencia ibérica aparecen por una amplia geografía. A donde van nuestras riquezas minerales. Por el mar navegan el estaño y el oro de Galicia, de Cornualles o el Finisterre bretón. El cobre y la plata del Guadalquivir. El cobre de Irlanda y Gales. La cultura, las creencias, las leyendas.

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