Xosé Manuel Lema
@xmlema
Todas luces señalan a Alberto Núñez Feijóo. Los micrófonos buscan la respuesta que despeje la incógnita. ¿Hará los bártulos y se irá a liderar el Partido Popular a nivel estatal o se quedará en la Baviera del centro-derecha a seguir gobernando con una mayoría absoluta de la que pocos líderes europeos disfrutan?
En la tribuna parlamentaria también lo urgen a responder, mientras los cuadros del partido en Galicia, y también otros en toda España, no paran de lanzarle flores dialécticas, como si a Feijóo le hiciera falta un empujón final. Para volar y señorear los cielos populares con la gaviota (o charrán). O quizás para precipitarse al vacío en una formación que algunos auguran un destino similar a la U.C.D.
Núñez Feijóo marca sus propios tiempos. Y hasta ahora no le fue nada mal. Ni periodista, ni políticos opositores ni una corte de aduladores van a acelerar el ritmo de su estrategia. No me cabe la menor duda de que Feijóo no improvisa. Toca con partitura.
Y usted se preguntará que es lo que va a suceder. Pues tendremos que esperar a ver lo que dice él. Dijo que tenía un compromiso con Galicia. Pero luego están las causas de fuerza mayor y también las excusas. Un puente de plata para liderar el partido más votado, hasta hoy, en España es un caramelo muy apetecible para cualquier persona con vocación de servicio público. Es el caballo favorito en una carrera en la que todavía no se ha inscrito. Y eso es una buena ventaja. En los últimos meses, Soraya parece haber perdido fuelle, y me da la sensación de que Cospedal pactaría con el diablo para evitar que el timón cayera en sus manos.
Marchar a Madrid puede hacer peligrar la fortaleza popular gallega. Y Feijóo lo sabe. Como también sabe que en política hay que asumir riesgos y hacer travesías en el desierto. Lo hizo cuando asumió un partido herido por la marcha de Manuel Fraga. Y lleva tres mayorías absolutas.