El estudio de una serie de rocas aparecidas en Bueu (Pontevedra) ha desvelado su misterio.
El fin de semana la borrasca «Félix» sembró la playa de Mourisca, en Bueu, con grandes bloques negros esparcidos por la arena. Las formaciones similaban ser una mezcla de tierra, madera y cenizas, que fueron interpretadas en varios artículos de la prensa gallega como posibles pedazos levantados del fondo, procedentes del pecio de una galera romana o restos de incendios.
En realidad según avanzan desde la Real Liga Naval Española se trata de un paleosuelo, el fondo de una laguna fósil que ha salido a la luz. Una mezcla de tierra y materia orgánica vegetal que se conoce en Portugal como Turfeira o Tijuca. Turba de una laguna litoral fósil que debe existir bajo el agua en la playa de A Mourisca. Además de su singularidad como elemento natural este tipo de fondos conservan muy bien diferentes materiales de interés arqueológico. Puede tener una datación de 4.500 años.
Según el arqueólogo coruñés Miguel San Claudio, miembro de la RLNE, «Estas formaciones son muy comunes en la costa gallega y se han producido cuando la subida del nivel del mar, constante desde el fin de la última glaciación, coincidente con el basculamiento hacia el oeste de la Península Ibérica, provocó una subida del nivel del mar». En lagunas costeras, como la de Doniños en Ferrol, desaparecieron las barras de arena que las separaban del mar, y los fondos, colmatados de elementos vegetales, quedaron sedimentados bajo el agua. «La erosión los pone de manifiesto y arroja en ocasiones fragmentos de los mismos a la costa» indica San Claudio citando los fondos que hay en Cariño.
La investigadora lusa Ana Almeida destaca otros grupos similares en Esposende (Norte de Portugal), en puntos como «a praia de Rio de Moinhos-Foz do Ribeiro de Peralta, en Marinhas-Esposende». Susana Ricart Guillot del mismo modo indica que «en la playa de Seselle, Ares, aparecen restos de tocones de árboles. Hace 4.000 años, era un bosque. Hoy, una playa».