José Manuel Palacín-Una nave a la deriva, su tripulación en estado de pánico, unos pocos agazapados en las bodegas defendiéndose de los que llevan el bicho en las tripas. Sánchez ha ganado y los susanistas se esconden aterrados. No supieron ver a donde les llevaba la travesia de las primarias.
¿Pero porque, al menos yo, vislumbraba tan claramente la victoria de Pedro Sánchez Castejón y los cuadros del PSOE no? Por ocho razones, ocho pasajeros ineludibles en política.
Primero. No se puede matar a alguien lanzándolo por el balcón si no se sabe donde va a caer.
Pasa la escusa de los entonces “críticos” de que la defenestración de Sánchez era necesaria para evitar que este megalómano, herido debido a sus desastres electorales y en una huida hacia adelante, se enquistase en su cargo y pactase con populistas y secesionistas un engendro fatal para la unidad de España y para su recuperación económica, pero la estrategia y las formas con las que se ejecutó dicha defenestración fueron broncas, chapuceras y sobre todo ajenas a la voluntad y decisión de una militancia en cuyos intestinos reverberaba el “no es no” a Rajoy. Susana y sus barones lanzaron a Pedro por el balcón de Ferraz sin saber que debajo había miles de brazos para amparar su caída; y Sánchez no murió.
Segundo. Si la cúspide es el balcón pon tu mismo la escalera y sube rápido.
Jamás se ha visto una “lideresa” de perfil tan bajo y de tan escaso coraje como Susana Díaz. Un poco de pedagogía a las bases (o sea poner la escalera) y a subir rauda hasta el balcón de Ferraz, eso es lo único que tenía que haber hecho Susana; plazo máximo dos meses. Pero no, Díaz dejó el supuesto trabajo pedagógico a una gestora apática, dedicándose a deshojar la margarita durante prácticamente medio año. Perdido el factor sorpresa dio tiempo a Pedro para rearmarse y tomar la iniciativa. A la andaluza ni siquiera le funcionó su muro de contención, Patxi López.
Tercero. La propaganda de Goebbels funciona siempre se use un solo altavoz.
Durante el periodo nazi el Secretario de propaganda Joseph Goebbels dogmatizó a todo el pueblo alemán con una estrategia de comunicación insólita: “repetir millones de veces una cosa para convertirla en verdad”. Pero claro, aquel individuo antes había liquidado a todos los medios de comunicación disidentes.
La Gestora contaba con el 80% de los medios tradicionalmente afines al PSOE, el Grupo Prisa principalmente, y con todas las plataformas de derechas, interesadas en salvaguardar al Gobierno del Partido Popular.
Primero se hizo circular “la verdad” de que el Exsecretario no iba a tener los bemoles de presentarse debido al descrédito acumulado. ¡Pero qué poca psicología! Un individuo humillado y con ese ego, sin nada que perder y mucho que ganar, tenía que presentarse.
Luego estos medios se tomaron a guasa lo del periplo de Sánchez por todas las sedes de España, pero claro, con el tiempo que le dieron pudo hasta dar vuelta al mundo tres veces. Y de repente cuando los militantes veían aparecer a Pedro por sus humildes sedes, auto costeándose sus viajes, se les llenaban los ojos de lágrimas. Y los actos del “apestado” comenzaron a abarrotarse.
A continuación los medios presentaron a Sánchez con un tipo sin proyecto, pero para la mayoría de los socialistas el “no es no al PP” y la refundación de un nuevo PSOE, supuestamente más democrático, eran argumentos suficientes para votarle.
El País y otros no concedieron importancia a sus cifras de llenazos en todas las plazas y lo dieron por derrotado en el debate a 3. Solo enfatizaban las pírricas reuniones de los aparatos del partido. Craso error. Pero en las redes sociales y en la prensa alternativa se pulsaba la verdadera expectación que levantaba el irreductible Sánchez en todos los foros todo se acabó cuando Pedro dio el sorpresón de los avales.
Cuarto. Susanita no tiene un ratón.
Hoy en día con un teclado y un “ratón” se pueden construir historias. Susanita no tuvo ratón para redactar su argumentario. Su endeble mensaje era que ella podía ganar unas Generales y Pedro Sánchez no. Por lo demás Díaz no fue quien de demostrar fehacientemente la traición de Sánchez, luego mandó a los suyos abstenerse ante el PP a cambio de nada, un error histórico, no tanto la abstención sino el no saber imponer a los populares una parte esencial del programa socialista, y por encima en la investidura se desató un ventisquero. Si Susana hubiese ofrecido a sus militantes una “humillación” del PP, al menos tendría una excusa para justificar su posición en la investidura. Y sino que el PP se hubiese trabajado al PNV y luego el PSOE le podía haber pasado a Quevedo; eso es razonable, la entera abstención del grupo parlamentario socialista no.
Quinta. Los sociatas aun cantan la Internacional.
Está en la idiosincrasia de las gentes de izquierdas, son negativistas, luchan, en ocasiones de manera irreflexiva contra el statu quo y por eso en el Partido Socialista suele perder el candidato impuesto por el aparato. El terreno estaba abonado para un outsider como Sánchez: ave fénix, pagándose sus viajes, traicionado por sus más allegados, saeteado por la gestora, vapuleado por los medios, sin financiación, despojado de todo salvo de su orgullo y de su “no es no” que convirtió hábilmente en “si es si”. ¿Podría cantar Susana la internacional dándole gratis el gobierno a la derecha? Rotundamente no, eso no es “100% PSOE”.
Sexto. Una coyuntura favorable para Sánchez.
Si por genética el socialista detesta a la derecha, imagínense lo inconcebible de mantenerla en el poder en medio de este tsunami de repugnante corrupción. El Caso Lezo, con la caída de Gonzalez, Aguirre y sus cómplices, ha dado munición a Pedro para cargar contra Mariano Rajoy y autoafirmarse en su retórica.
Dentro del tema coyuntural Sánchez tiene un problema, la economía marcha bien, y para ello es fundamental la estabilidad, en eso tiene razón Rajoy que gobierna con cierta solvencia pero Susana no podía utilizar este planteamiento y Sánchez además supo esquivarlo con habilidad.
Séptimo. Podemos circus maximus.
Los militantes socialistas han venido observando con cierta nostalgia y envidia como Podemos se ha apropiado de la oposición real, aunque fuese absolutamente impostada y circense, aunque los hayan ninguneado una y otra vez como el “día de los ministros” cuando Iglesias se rió del socialismo de una manera burda.
Octavo. El octavo pasajero.
Pero seamos realistas, el PSOE que recupera Sánchez es un despojo, está dividido entre cuadros y bases, entre mayores y jóvenes, entre instruidos y llanos, entre institucionales y antisistemas, entre socialdemócratas y radicales,… Sánchez ha vencido gracias a que los radicalizados más los indignados han sumado más votos puesto que se han movilizado con mayor pasión que los oficialistas.
Ese es el Alien que porta Sánchez en su Nostromo, en parte lo ha engendra él mismo, Sánchez es en realidad el Octavo Pasajero.