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viernes, marzo 29, 2024

El hombre que pidió la abolición de la tauromaquia

El político orensano Tiberio Ávila pidió a gritos en el Congreso, la abolición de las corridas de toros y llevó a cabo una campaña por toda España, siendo un precursor en esta cuestión de máxima actualidad, porque sus demandas se remontan a los últimos coletazos del siglo XIX.

“Si no lo haces mejor llamamos a don Tiberio”

En esos años convulsos en España, cuando un torero tenía una mala tarde los aficionados no dudaban en sentenciarlo a gritos:!Maleta! ¡Si no lo haces mejor llamamos a don Tiberio!.¿Quién estaba detrás de esas expresión?. Un gallego. Tiberio Ávila Rodríguez nació en la localidad orensana de Viana do Bolo. Y uno de los grandes pioneros en la lucha en contra de la tauromaquia.Tiberio Ávila trabajó de farmaceútico en Madrid, en donde se licenció en Derecho y conoció a políticos de la talla de Maura y Sánchez Guerra. Allí también estudió Bellas Artes. Tuvo amistad con Amadeo de Saboya, al que le hizo un retrato.

Una campaña tenaz contra las corridas de toros

De convicciones republicanas llegó a ser diputado en la legislatura de 1873, por el distrito de Valdeorras y posteriormente (1893) por Barcelona. Fue secretario de Nicolás Salmerón y de su Partido Republicano Centralista. Después acabó en Unión Republicana, siendo al final de su trayectoria política, concejal en el ayuntamiento de Barcelona, en donde se había asentado.Se caracterizó por ser un enemigo acérrimo de las corridas de toros, llevando su propuesta abolicionista, en varias ocasiones, al congreso de los diputados. “Mi campaña más tenaz y violenta fue la emprendida contra las corridas de toros. En el congreso, a gritos pedí su abolición, pero todo fue inútil” explicaba en una entrevista.

Una de sus reivindicaciones parlamentarias fue apoyada por los republicanos Pi i Margall, Salmerón, Azcárate y Labra, pero también por los carlistas Barrio y Mier y por el liberal Fernando Soldevilla.Ávila Rodríguez persistió durante años “al frente de la comisión abolicionista, dando mítines” y difundiendo sus ideas. De eso dan fe, los periódicos de la época, con actos masivos, como los celebrados en el Teatro Principal o en el Ateneo barcelonés.

Con energía hasta el final

Su pasión por la pintura lo llevó a pertenecer a la Academia de Bellas Artes catalana. Falleció en 1933, cuando superaba los 90 años. Un par de años antes en unas declaraciones al periodista José Benavides, aún daba muestras de energía y retranca. Y dejaba un consejo: “El corazón a fuerza de sufrir no enferma. El corazón enferma cuando se le utiliza pocas veces”.

Para los que piensan que la oposición a la tauromaquia es algo contemporáneo, la muestra de lo contrario está en la huella de un hombre nacido en Galicia, Tiberio Ávila.

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@AdianteGalicia

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